La comunidad dominicana en New York requiere con urgencia un cambio radical en su liderazgo. Muchos de nuestros dirigentes están desacreditados o en decadencia. Nadie es líder en el ámbito empresarial, político, comunitario, religioso y profesional. Los que teníamos cayeron como guanábanas.
Varias organizaciones que antes eran íconos y gozaban de mucho prestigio ahora tristemente escriben su epitafio, los manejos fraudulentos las condenaron al fracaso. Es impostergable una evaluación de esta problemática, no podemos permitir que sigamos avanzando hacia el abismo.
Propongo que un grupo de hombres y mujeres con una visión objetiva sobre el futuro de esta comunidad tome la iniciativa de encaminar una agenda de desarrollo donde se contribuya a la formación de un nuevo liderazgo, sano y descontaminado.
Consideramos que lo fundamental es sanear todas las estructuras en las que una vez se sustentó este conglomerado. La corrupción ha sido el cáncer que ha devorado todo lo que hace algún tiempo se alcanzó.