Empecemos con el dato de que aproximadamente un 40% de la población dominicana, está compuesta por jóvenes de 15 a 35 años; cifra muy diferente en países europeos como Francia, España o Países Bajos donde la población es en su mayoría envejeciente.
Para una nación en desarrollo, los jóvenes se constituyen en el principal recurso de progreso y en la inversión más segura que Estado alguno puede hacer. Sin embargo, un país como el nuestro no ha visto desde esa perspectiva y cada vez, más jóvenes son víctimas del sistema fallido que tenemos, nos parece mejor el modelo actual donde lo malo se recicla una y otra vez, pero no se le da la oportunidad a gente nueva que si puede hacerlo bien.
El aumento de la delincuencia juvenil, la taza elevadísima de embarazos en la adolescencia en gran medida son el resultado del descuido que sufre nuestra población más joven, que en muchas ocasiones se refugia en malos hábitos.
Por su lado los noticieros dominicanos repetidamente presentan a muchachos llenos de futuro, en situaciones que confirman lo mal que lo estamos haciendo. Pero, si no hay trabajo, tenemos uno de los sistemas educativos más paupérrimos del mundo y el deporte no recibe el apoyo suficiente, que podemos esperar. Mientras nos hacemos de la vista gorda, más jóvenes se pierden… Muchos con la cabeza mejor puesta deciden irse a otra nación, donde encuentran mejores oportunidades de superación y sustentación para sus familias. Estamos exportando material humano a esos países donde hace falta gente con energía para trabajar largas horas, cuando pudiesen estar en su propia nación que por las situaciones ya planteadas se ven obligados a abandonar.
Otros aspectos que me llaman la atención son: el claro desinterés de los jóvenes en temas sociales, la poca participación en la política y la actitud pasiva en que viven personas supuestamente llenas de energía, vitalidad y deseos de superarse. Cada vez que una comunidad tiene un problema, los que salen a exigir son los mayores, como si la juventud estuviese muy ocupada en otros asuntos y no le alcanzara el tiempo para preocuparse por su entorno. Ignorando que; más tiempo en esta jungla de cemento, les queda a ellos; que a sus padres, que al comerciante, que a la directora de la escuela o a el presidente de la junta de vecinos. Somos los jóvenes quienes estamos llamados a aportar ideas de cambio y a hacerlas posibles, valiéndonos de nuestros talentos, habilidades y fuerza.
El Estado tiene que destinar más y mejor inversión para la formación, recreación y desarrollo deportivo juvenil. ¡Se hace urgente asegurar más apoyo y mejor educación! Ejemplos de países como China y Corea del Sur son el modelo a seguir, estas naciones invirtieron en desarrollar las capacidades de su población juvenil, especialmente en los años 50 y 60. Medidas y programas como el de planificación familiar para que los ciudadanos tuviesen sus hijos más tarde y en menor cantidad, dieron sus frutos y ya a inicios del 2000 el producto interno bruto crecía en un 2,200% en el caso surcoreano. Hoy estas naciones se erigen como desarrolladas porque fueron inteligentes, pues invertir en la juventud es asegurar un futuro más próspero y más competitivo.
A pesar de que República Dominicana no ha entendido aún que los jóvenes necesitan más atención, históricamente personas menores de 30 años han impulsado cambios importantes para el país .Juan Pablo Duarte, tenía 25 años cuando creó La Trinitaria, Gregorio Luperón contaba con 26 años cuando dirigió La Restauración y estoy seguro que en el presente hay muchos al igual que ellos, con los mismos sueños de un mejor país, donde graduarse no signifique andar con un título debajo del brazo, donde nuestros atletas no practiquen en la precariedad que lo hacen y donde más jóvenes puedan acceder a los medios que le permitan desarrollarse; ser ciudadanos proactivos.
Es hora de que en nuestro país se levante un liderazgo fresco, dispuesto a hacer las preguntas que todos evitan y con ánimos de velar por el buen funcionamiento del país que pronto pasará a nuestra administración.
Esta media isla cuenta con jóvenes valiosos que quieren contribuir pero que no encuentran el espacio para expresarse e impactar a los demás. Acciones pequeñas en la comunidad pueden marcar grandes diferencias para el futuro, usted que conoce de un joven, motívelo a seguir desarrollándose en lo que sea que se destaque, cada habilidad es importante y nadie sabe en qué cerebro dominicano se encuentra la cura del cáncer, del SIDA o el próximo gran invento. El siguiente atleta de alto rendimiento puede vivir a su lado, en el callejón de atrás e incluso en su casa.
Somos una nación de esperanza y aunque el panorama de hoy pinte sombrío, aun existe tiempo suficiente para regenerar a muchos y para ayudar a dar el siguiente paso a los buenos. Siempre veamos más allá del problema, pensemos en las soluciones y apostemos por cambiar, sin importar cuán difícil sea. Al final de todo, tenemos un país que desarrollar y un sin número de problemas que solucionar…
Joven, anímese, participe, use su voz y sea siempre agua en el desierto. Estudie, prepárese y no se crea menos, grite, luche por sus ideales y defienda siempre lo correcto. El país y el mundo espera mucho de nosotros, no defraudemos.