Cada día nos enteramos por las redes que es un mecanismo instantáneo de información, de la muerte, gravedad, detección de un cancer o enfermedad letal, de alguien que conocemos y de quienes estamos vinculados de una manera u otra, sea de manera directa o a través de algún descendiente, amigo o familiar.
Simplemente podemos decir, que la generación de los 60 en adelante estamos abandonando este mundo, o estamos enfermando. La energía se va agotando y los resultados, de manera dolorosa, a diario tenemos que vivirlo, sufrirlo, llorarlo, hasta esperar el desenlace final.
El Covid ha sido un enemigo mortal para esta generación, cuando las estadísticas nos dicen, que más del 70% de los muertos por la pandemia son los que pasan de 60 años. De 40 a 60 años andan por un 20% y menores de ahí por un 10%. El virus en realidad ha ido extinguiendo los de edad más avanzada.
Pero al margen de los estragos del COVID, los que pasamos de 60, observamos a diario como alguien de nuestra generación o de la generación siguiente, los de más de 70, se nos están muriendo. A cada momento llega una llamada para darnos la infausta información, de que alguien acaba de fallecer o que está en situación crítica, en cuidados intensivos luchando por su vida.
En otras ocasiones y con mucha frecuencia, nos enteramos que fulano tiene cancer , que tuvo un infarto o cualquier otro accidente cardiovascular. La vida después de los 60, en verdad se torna con mucho nivel de incertidumbre, por la fragilidad de la existencia, cuando ya empezamos a agotar nuestras energías y con ello a aflorar una etapa inevitable, dictada por las leyes de la naturaleza.
Mientras eso ocurre que es lo normal, la mayoría de las personas concentran sus energías ya en proceso de declive, en querer acumular cosas materiales, olvidándose de vivir los años que le quedan con la mayor calidad posible.
En definitiva se pasan décadas trabajando, nunca tienen tiempo de vivir y disfrutar de las cosas maravillosas que nos ofrece la vida, porque entienden que lo más importante es acumular todo lo que puedan. De un momento a otro se enferman o los mata el COVID y toda una vida de esfuerzo, dedicación y trabajo, queda en manos de sus descendientes, que por lo general no le dan buen uso.
El ser humano debe ser previsible, responsable y trabajador, pero sin olvidarse que los años pasan y que todo debe marchar en equilibrio. Hacer lo posible por no constituirse en su vejez en una carga para nadie, por eso debe entender, lo importante de disfrutar cada momento de la vida, sin olvidarse de tener algún tipo de ahorros que le permita culminar su existencia con decoro y dignidad.
El ahorro es algo vital para todo ser humano, ya que esto es lo que al final te permitirá llevar una vida con calidad en la medida que pasa el tiempo. Todos sin excepción, vamos a envejecer, pero debemos de tratar de hacerlo con la mejor calidad posible de vida. Si llevamos una vida desordenada, las probabilidades de tener una vejez triste y dolorosa aumentan considerablemente.
En este mundo todo es relativo y cada etapa de la vida tiene sus encantos y limitaciones, lo importante es comprender esa realidad, sacándole al máximo de provecho a cada etapa que vivimos. Los que estamos en los 60, como decía Leónel Fernández, estamos en la adolescencia de la vejez, sin el brío de la juventud, pero con mayor madurez y sabiduría, para disfrutar de tantas cosas que antes ni siquiera valorábamos, porque teníamos una visión muy limitada de las cosas.
Es una realidad, nuestra generación se está muriendo y enfermando, es una ley inexorable de la vida, y todos más tarde o temprano pasaremos por esa experiencia. Por eso es tan importante adquirir consciencia sobre esa situación, que es lo único que nos puede permitir, que ese ambiente generado a diario, con los golpes a amigos, familiares y relacionados, lo asumamos como algo natural, que en su momento nos llegará a nosotros.
Estoy en la generación de los 60, aunque me siento, con ánimo, entusiasmo, energía, y sobre todo con madurez. He comprendido lo importante que es vivir cada momento, disfrutar las cosas simples, dejar que cada quien viva su vida a su manera, abandonar el apego, que es lo único que puede proporcionarnos tranquilidad y paz en el silencio, pero también en el trajinar bullicioso del momento.
Aunque por una realidad inevitable, nuestra generación se está muriendo y enfermando, es el momento para vivir cada instante de la vida, sacarle beneficio a la naturaleza, a los amigos de corazón, a nuestros hijos, nuestra familia. Ofrecerles momentos de calidad, de alegría, de hacer acciones basadas en la bondad y la solidaridad.
Amigo y amiga, disfrute su vida, aproveche cada momento, no espere que sea demasiado tarde, su vida es suya, haga lo que le guste, porque cuando usted nos abandone, no se llevará nada, todo se queda en el mundo terrenal. Y lo grande es, que tantos años de trabajo y sacrificio, al final quienes lo disfrutarán serán otras generaciones.
Amigo y amiga, viva en equilibrio, no malgaste lo poco o mucho que pueda tener, pero no deje de hacer lo que le venga en gana, pensando en otros, sin importar quienes sean. Después de muerto, que las cosas sean como tienen que ser, a Dios que reparta suerte, como dice el refrán, pero mientras viva no se limite, porque su vida es sólo de usted y de nadie más.
Amigo y amiga, aprendamos del ejemplo de Alejandro Magno, que antes de morir, les dijo a sus generales, que cuando se produjera su muerte, lo enterraran con las manos fuera del ataúd, para que todos vieran que el hombre más poderoso del mundo conocido, se iba de esta vida con las manos vacías.