A juzgar por el trato dispensado recientemente a los periodistas dominicanos residentes en Nueva York, parece que el canciller Andrés Navarro desconoce las funciones básicas y protocolo de la diplomacia, la cual consiste en la habilidad y sutileza para mantener buenas relaciones sociales.
Lo decimos porque consideramos que convocar a un equipo de periodistas locales y a reconocidos activistas comunitarios a un acto tan significativo como la inauguración del Instituto del Dominicano en el Exterior en la Gran Manzana (Index), y luego ignorarlos ante los ejecutivos de medios que trajo como invitados, y además no permitirles ni siquiera un cuestionamiento sobre el evento, es faltar al postulado de su investidura.
Con esa actitud, el diplomático también comete el error de desconocer que el trabajo de la prensa local ha sido el soporte para la construcción de una comunidad dominicana, que con sus altas y sus bajas, gravita fuertemente en la Gran Manzana.
Puede adjudicarlo a un lapsus, y esto sería peor, porque sería olvidar a toda una comunidad de la que ahora se sirve, a la que también ignora al momento de basarse en experiencias de comunidades o personajes extranjeros para el manejo del recién inaugurado organismo. Y en este caso transgrede el postulado de la discreción diplomática, el cual expresa claramente que los extranjeros se introducen dentro del cuerpo diplomático de un país, pero con mucha delicadeza.
Habrá uno que otro corifeo que de seguro dirá que al Canciller le informaron mal y que actuó por desconocimiento. Esto sería otro artificio, y demostraría, además, que no está apto para el manejo de su investidura, y que no podría servirle de orientación ni siquiera a sus flamantes invitados.
Definitivamente, esa es una actitud de desaire Señor Canciller, porque invitar a la prensa y no tomarla en cuenta al momento de ofrecer detalles sobre la creación de una institución para su comunidad es desconocer en sí la labor de esos periodistas.
Consideramos, sin temor a equivocarnos, que el Canciller irrespetó a la prensa dominicana residente en Nueva York, y peor aún, a la gran comunidad criolla del exterior, que al no permitírsele a sus líderes más visibles tener la oportunidad de conocer más a fondo y tener claro el propósito del proyecto del Index, le servirá de poco o nada a quienes está destinado.