Sergio Manuel Álvarez Guerrero

Según la real academia de la lengua, la lealtad es el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad, las del honor y hombría de bien. Es encantador reconocer a la lealtad como un valor, generalmente esta definición hace referencia y mantiene una consideración especial en el ámbito político, ya que la misma es un compromiso de fidelidad o nobleza que los ciudadanos tienen con su estado; lógicamente que el mismo concepto debe adecuarse una versión más macro, para de esta manera la misma pueda ser identificada como la fidelidad que se brinda a la sociedad a la cual pertenecemos, porque así de manera individual, sería la lealtad a sí mismo.

Continuando en el marco político, donde sin lugar a duda también se debe manifestar la denominada lealtad, es completamente necesaria como imprescindible en la acción política; que es un principio básico que se lo reconoce tanto en la convergencia social de una determinada comunidad, como también forma parte del ordenamiento jurídico y la misma fomenta cooperación institucional para mantener la organización y el orden.

Es de suma importancia que el ser humano considere este concepto por consiguiente lo haga suyo; a partir de este reconocimiento nuestra forma de actuar con valores se verá reflejada en los diversos ámbitos y medio en donde nos movemos día a día. No existe nada más feo e irrespetuoso que una persona que tenga dos caras o que juegue en dos equipo; usted por respeto y por su calidad moral de ser humano debe actual de la manera correcta, de lo contrario pasara su vida como un ser inestable emocional.

Concluyo con lo siguiente: En la biblia se cuenta la historia de Job, hay quienes dicen que él es un ejemplo de paciencia, pero en realidad la virtud en la que él se destacó más fue la lealtad. Amaba a Dios y aunque se dio cuenta, cuando llegó la desgracia, que Dios estaba detrás, se mantuvo fiel a su lado, es una lealtad inigualable. Al final de todo, Job fue recompensado por estar siempre del lado de Dios y nunca venderse a pesar de los malos momentos, un digno ejemplo.