Río San Juan.- Pasaron los meses y de nuevo la playita de Los Muertos abrió sus cortinas naturales para albergar esos riosanjuaneros hermanos sedientos de sentimientos puros que tonifiquen su existencia.
Fue una tarde espectacular. Las anécdotas fluían para desempolvar esos grandes momentos de vivencias en la historia de amor que compartimos en complicidad con nuestro Río San Juan de todas las épocas.
Como cómplice, un sol maravilloso y un mar apacible que disputaban su belleza con los mangles y el graznar de las garzas.

También hubo su momento solemne cuando se guardó un minuto de silencio en memoria de nuestro hermano Julio Fernández, quien partió de este mundo dejándonos sumidos en la tristeza de no contar con su entusiasmo, solidaridad y demás cualidades que lo hacían merecedor de los más grandes elogios.
Al caer la noche nos despedimos con abrazos que tocan las más recónditas fibras de nuestro ser, pero volvieron a reiterar la promesa de reunirnos todos los años hasta que la muerte nos separe.
