La muerte O. J. Simpson a los 76 años cierra el capítulo de una vida marcada por éxito deportivo y la ignominia judicial.
El exjugador de fútbol americano y actor, cuyo nombre estuvo envuelto en uno de los juicios más mediático de la historia estadounidense, dejó un legado teñido por la controversia y el escándalo.
Nacido el 9 de julio de 1947 en San Francisco, California, Simpson alcanzó la cima del deporte como estrella de la NFL, pero su ascenso fue seguido por una caída abrupta que lo llevaría a los titulares por razones mucho más sombrías.
El punto de inflexión llegó en 1994, cuando su ex esposa, Nicole Brown Simpson, y su amigo Ronald Goldman fueron brutalmente asesinados en Los Ángeles. Lo que siguió fue un juicio de alto perfil que capturó la atención del mundo entero. A pesar de las pruebas abrumadoras en su contra, Simpson fue absuelto en un veredicto que dividió a la nación y dejó muchas preguntas sin respuestas.
Aunque la justicia lo liberó, el nombre de O. J. Simpson quedó asociado para siempre con la sospecha y la duda. Sus posteriores problemas legales y sus apariciones en los medios de comunicación solo sirvieron para oscurecer aún más su reputación.
Ahora, con su fallecimiento, se cierra un capítulo tumultuoso de la historia estadounidense, dejando tras de si un legado manchado por el lado más oscuro de la fama y la fortuna.