Cuando escribí el artículo; "que tiempos aquellos", trataba de resaltar un aspecto básico en el ser humano, además del valor y grandeza que podrían tener, era la lealtad, condición que considero un valor indispensable para toda persona que se autoproclame tener dignidad y honorabilidad.
Tanto Nguyen Van Troi, como Norman Bethune y Julius Fucik, fueron ejemplos de firmeza, entereza y entrega total e incondicional a una causa noble y justa, por la cual ofrendaron su vida sin reparos y sin ningún arrepentimiento, desafiando hasta el último aliento de sus vidas, a quienes consideraban representantes de una clase injusta y explotadora de los humildes y desposeídos.
Pero al mismo tiempo que la historia nos ha legado estos ejemplos de entrega y lealtad incuestionable a una causa justa, también han existido ejemplos de traición y deslealtad que han impactado negativamente en la historia, como es el caso de Marcus Lunios Brutus Caepio, que junto a Judas Iscariotis, son los dos ejemplos de traidores más celebres de toda la historia.
Bruto era hijo de Servilia, quien fue amante de Julio Cesar, lo que le permitió convertirse en hijo adoptivo de éste y al mismo tiempo ganarse la confianza y el amor incondicional de Cesar. Aún así, al estallar la guerra civil en Roma, Bruto se alinea con Pompeyo, enfrentando a su antiguo protector en la batalla de Farsalia, donde el ejercito de Pompeyo es derrotado por Cesar.
Después de la batalla, Bruto le envía una carta a Cesar donde le pide perdón, lo cual de inmediato es aceptado por éste, convirtiéndolo en uno de sus más cercanos colaboradores. Luego es nombrado por Cesar Gobernador de las Galias y poco tiempo después es designado como Pretor.
Este gesto de amor, confianza y protección de Cesar hacia Bruto, es coronado con la conspiración, deslealtad y traición desde el Senado, que lo llevó a organizar junto a Cayo Casio, uno de los asesinatos más brutales y sanguinarios de la humanidad. Todavía retumban en las mentes de los mortales, aquella expresión del Cesar moribundo, cuando Bruto y un grupo de senadores lo apuñalearon en todo el cuerpo.
"Tu quoque, Brute, fili mi" (Tú también, Bruto, hijo mío), aunque otros dicen que habló en griego y dijo "Kai su, teknom?". (¿ incluso tú, hijo mío?. En realidad fuera en griego o latín, el sufrimiento que Cesar debió sentir al ver su hijo adoptivo, su protegido, clavándole sin compasión su daga, debió ser algo muy triste y doloroso.
A menudo oigo a muchas personas expresando, que no existe nada peor sobre la faz de la tierra, que un ser humano proclive a la traición y la deslealtad. Yo también pienso lo mismo. ¿Y usted amigo lector que piensa?