Río San Juan.- Como les decía en el artículo anterior, una vez instalados en el bar de David y Mari, depositamos los equipajes en un rincón del local, e inmediatamente pasamos a degustar una picadera con los mejores embutidos españoles.
En la mesa estaba lo mejor del popular jamón serrano, lomo de salchichón, quesos curados y semi curado, jamón, chorizo y las famosas olivas (aceitunas), acompañado de todo tipo de vinos tintos, blanco, rosado y sangría.
Parecía ser que los organizadores sólo pensaron en lo débil que es Fonso con esa bebida, aunque debo señalar que las cervezas y el whiskey también formaron parte del brindis.
No bien sentados en la mesa cuando Méndez hizo uso de un palillo, gritándole a Fonso: “doctor déjeme ver a qué sabe ese pedacito de serrano.
Había que ver cual era el semblante de Chelo, Ramón, Rai, Joselo, Gogui y hasta yo mismo, pues la piel se me puso de gallina, cuando veía las acciones de Méndez me decía en mi interior “hay José cuantas falta me hace para que vea a nuestro pupilo al frente de este gran banquete”.
Por la agilidad con que movíamos las manos con los tenedores y los palillos pinchando los diferentes embutidos, parecíamos un grupo de estudiantes chinos de artes marciales, o un cardumen de pirañas que devoraban todo a su paso. Fue un verdadero sunami lo que pasó por esa mesa.
Terminada la picadera, volvimos al frente del negocio. Uno que otro apretón a cada nuevo compueblano que llegaba a saludarnos, mientras el personaje principal de esta travesía hacía uso del refrán que dice barriga jarta corazón contento.
Cuando sonaba un merenguito, “Clásico Orondo” le voceaba a su mentor y protector Fonso, “doctor, a lo Aramis camilo”; y haciendo uso de sus dotes de buen bailador, comenzaba a dar cátedras de esa coreografía obsoleta y lenta que le caracteriza, y con la cual Méndez cree que se la está comiendo.
Al filo de las ocho de las noche comenzó la repartición de cada uno de nosotros. Cervezas y vasos en manos, entre tragos y cherchas, Yovi, Felipe, Joselo, David y el primo Willy nos dieron a conocer el destino de cada. “Baja tu va donde tu hermano Radames, Méndez donde Felipe, Ramón con Lochi, Gogui y Joselo con mi primo Alexis y Rai, Fonso, Chelo y yo nos íbamos con mi primo Willy.
No crean que ya íbamos a la cama, era sólo la ubicación y una ducha como se usa allí, y de nuevo para el bar de Mari y David. Esta vez nos esperaba un verdadero ágape en la parte baja del bar, un buffet con diferentes platos, tantos típicos como españoles, que iban desde moro de gandules, espaguetis, jamones, langostinos, ensaladas y pollo, hasta chuleta de cerdo; adornado con una cava de vinos.
Entre chistes y páseme eso o aquello, nos íbamos pasando nuestra llegada a Corella ya algunos de los muchachos del grupo se iban aclimatando a la buena vida española. Esta vez Raymundo Pérez comenzaba a dar señales de sus dotes de buen hablador y bailarín.
Terminada la cena, luego de una gran sesión de frías, vinieron las palabras de bienvenidas por parte de Yovi y Eddy de Jesús, el popular Guineo, quienes, entre otras cosas, dijeron lo feliz que se sentían por habernos recibidos allí esperando que nuestra estadía sea de nuestro agrado.
Concluida su intervención, yo como dirigente, tuve que responder sus palabras. Procedí a decirles que nos sentíamos muy agradecidos por el trato dispensado por ellos hasta el momento, y que esperaba que en los próximos encuentros se puedan aglutinar más personas y otras actividades para fortalecer el mismo. Que no sólo sea softball, sancocho y tragos, sino que también las actividades que se le inserten nos sirvan para recaudar fondos y con ellos poder contribuir de alguna manera con nuestro pueblo como hasta ahora se ha hecho.
Entre unas cuantas frías y baile entre los presentes y los ausentes, llegó la hora de visitar otro bar, el Cairo, propiedad de Pascual García, ubicado a unos cuantos metros de allí, justo en la misma esquina de la calle mayor de Corella.
Hasta ese momento el clima había sido generoso y hacia bueno, como dicen ellos, así que andábamos en franela y calizos.
Una vez en el Cairo vino otra tanda de saludos por parte de Pascual y el primo Roberto Fernández, quien funge como discjockey del bar. Aquí el ambiente es mas dominicano, pues el mismo es cerrado y los temas que se suenan son bachata, salsa merengue clásicos y nuestro típicos.
No crean ustedes que nos íbamos a librar de Banda Real y El Prodigio, no, ese era el plato fuerte del Cairo, y la sorpresa para la mayoría, unos temas fabulosos del maestro Tato Martínez.
Esos temas encendieron la bailadera, y Méndez y Rai se armaron cada uno con una dama. Méndez con Charito y Rai con Mari Luz. Así se le dio inicio formal al quinto encuentro, esta vez, antes de tiempo, pues era jueves y solo estábamos nosotros en Corella, y Yovi y su esposa.
Ya pasadas las diez de la noche todo era francachela. Fue cuando surgió como de la nada un personaje que todos queremos pero que hasta ese momento estaba un poco apagado; Abelito Alonso, quien ni tonto ni perezoso, bailó con su hermana Dennis, con quien le envío un claro mensaje a los protagonistas de ese día, Méndez y Rai: “yo también bailo y gusto”.
A las tres de la madrugada llegó el final de la primera noche. A las once de la mañana de otro día la chercha fue donde Felipe Caraballo, quien tenía su asador encendido con unos pollos al carbón de “puta madre”. Allí las cervezas Aurun, mis preferidas, el Chivas y el vino nos esperaban otra vez. Más y más gente se unía al coro. Ya a eso de las tres de la tarde habíamos allí mas de 30 personas, todas de aquí. La estancia de Felipe está un poco retirada del centro de Corella, pero con la especialidad de que está al ras de la tierra, con un patio amplio, parqueo y mucho espacio en donde nos movíamos a nuestra ancha. Ahí sentimos el primer asomo de frío, a eso de las cuatro de la tarde una brisita fresquecita se dejaba sentir y muchos de nosotros buscamos algo con qué cubrirnos, tanto dentro de las dos casitas que conforman la estancia como con abrigo. El Toro Méndez al ver este movimiento de nosotros atinó a decir “para Méndez no hay frío, yo soy un esquimal, no siento eso”.
No transcurrieron quinces minutos cuando Fonso se me acercó junto a Gogui y Joselo y me dijo ‘Luis ya viste al esquimal como anda?’.
Con un abrigo de Felipe que le llegaba hasta las rodillas y unas pantuflas, se encontraba el hombre que hacía unos cuantos minutos había dicho que no sentía frío. Esto provocó el alboroto de todos los presentes, quienes a carcajadas no dejaban de mirar a nuestro Papo Méndez pintoresco moco siempre.
A las nueve de la noche nos trasladamos al bar de Mari y David, pues nos habían llamado que llegaron algunos de los muchachos de fuera. Efectivamente, Coco y su acompañantes fueron los primeros en llegar desde Cádiz, ciudad ubicada a nueve horas de allí en tren y auto bus; luego los Méndez desde Tudela y algunos de los muchachos de Corella que trabajan fuera de Corella.
Una fiesta encendía se había formado frente al Paradisse, y por primera vez me sentí como si estuviera en Río San Juan. Se nos olvidó que allá no se puede hacer bulla en la calle ni mucho menos obstruir las aceras; nos sentíamos dueños de ese pequeño pueblo al que muchos llaman con razón el barrio Hospital.
Pero cuando menos lo esperábamos, una pequeña lluvia llegó de lo alto de un piso y mojó a un grupo de los muchachos en la acera. Una abuela encolerizada por tanto alboroto sopló una ponchera de agua para abajo.
Vino la reacción de parte de los muchachos de allá y entres gritos y amenazas trataron de amedrentar a la doña.
Seguimos en lo nuestro cuando al poco rato volvió la lluvia. Esta vez la doña se pavoneaba en la azotea del piso en donde estaba y vociferabas de todo. Algunos de los muchachos debieron ser contenidos, entre ellos Coco y Roque, quienes estaban por soplarle par de botellazos para arriba a la señora.
Sofocado los muchachos, se presentó una patrulla de policía, que tranquilamente recorrió la calle en busca de alguna situación fuera de control para actuar.
Del bar de David nos trasladamos al bar de Pascual, en donde siguió el bonche de ese largo día. La llegada de Osvaldo Luperón procedente de Estados Unidos puso chispa al ambiente y ya era todo alegría. Olvidado lo de la doña y su agua, entre bachatas, merengues seguíamos por nuestros fueros. De repente Rai se soltó y comenzó a dar cátedras de baile a todos los presentes, diciendo que así era que se movía cuando estuvo en Nassau Bahamas.
Ya eran como las 12 de la noche cuando repentinamente se presentó al Cairo una patrulla de la guardia civil con tres policías, una mujer y dos hombres. Se dirigieron donde el discjockey y le pidieron encender las luces y apagar la música. De inmediato comenzaron a ponernos en grupos de cuatro. Los primeros en ser revisados fueron Gogui y Joselo. “Sáquense todos los que tengan en los bolsillos. Usan ustedes estupefacientes”, le preguntaron. No señor, respondieron. “Y por que traen tanto dinero?”. Somos turista, contestaron. Joselo tenía unos $5,000 pesos dominicanos y eso le resultó sospechoso a ellos. Mientras seguía la requisa Fonso vociferaba de una esquina que eso era un abuso; “somos turista y me tienen harto, me han revisados hasta los cojones”.
Le tocó el turno a Osvaldo, a quien le miran el pasaporte y le dejan; luego a mí. “Sáquese lo que tiene”. Saco veinte euros y me preguntan que si tengo estupefaciente, le contesto no sé lo que es eso.
Al final le tocó a Fonso, quien seguía con su perorata, quizás producto de la ingesta masiva de vino. “Revísenme hasta los güevos si quieren”.
Mientras eso sucedía, nuestra leyenda estaba como sin nada en una esquina, pues había pasado inadvertido para la guardia civil y no fue requisado.
Cuando todo pasó y ellos se fueron, volvió la música y la algarabía. Entre risas y asombro nos mirábamos, fue entonces cuando Méndez dijo “doctor yo soy el coronel Mua Ame Erundi, de la fuerzas turca, a mi no me revisan”.
Así concluyó nuestro segundo día en Corella. Ya sobre las cuatro de la madrugada decidimos irnos a descansar no sin antes quedarnos un poco en la calle comentando sobre lo sucedido.
Esta historia continuara, que todavía falta lo bueno.