Sus fabulosas promesas al electorado, que bien pudieron haber sido creadas por Lewis Carroll para Alicia en el país de la maravilla, fueron repetidas hasta el cansancio, durante más de dos décadas, por sus doce mil coristas morados, hasta que, en el año 1996, bajo la sombra de Joaquín Balaguer conquistaron el poder. En la oposición, bajo la férrea conducción de su líder, el profesor Juan Bosch, fueron implacable contra el Partido Revolucionario Dominicano, pero extrañamente mansos frente al Partido Reformista.
Lo anterior tiene su explicación en el hecho de que Bosch se negó siempre a aceptar la realidad de que su más aventajado discípulo, el doctor José Francisco Peña Gómez, llevara al poder al partido que él abandonó apenas seis años antes.
Todo esto, unido a la frustración que le causó al profesor el golpe de estado de 1963, lo llevó al extremo de dividir al pueblo dominicano entre corruptos y peledeistas.
Como consecuencia de lo anterior, muchos llegaron a aceptar que en la República Dominicano todos los ciudadanos son corruptos, excepto los miembros del Partido de la Liberación Dominicana.
Los hechos demostraron lo contrario desde el primer gobierno peledeista, que encabezó, en el período 1996-2000, el presidente, Leonel Fernández. Sin embargo, muchos más corruptos fueron los siguientes gobiernos morados que encabezaron los expresidentes, Leonel Fernández y Danilo Medina.
A pesar del daño que le causaron los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana a la institucionalidad democrática, en cada proceso electoral que ganaron fueron favorecidos con el voto ampliamente mayoritario de los electores, lo que tiene su explicación en el hecho de que, durante la Era del PLD, la ciudadanía fue presa de un hechizo del que despertó en medio de la pandemia del Covid-19.
Los inexplicables resultados electorales de los 16 años consecutivos que gobernó el PLD, bajo los liderazgos de los expresidentes, Leonel Fernández y Danilo Medina, son una sorprendente demostración de que los votantes depositaron, equivocadamente, toda su confianza en ese partido, para que transformaran la nación.
¿Tienen calidad moral los expresidentes, Leonel Fernández y Danilo Medina, quienes no le han pedido perdón al pueblo que defraudaron, para reclamar lo que ellos pudieron hacer y no hicieron en sus 16 años de gobiernos hegemónicos? La respuesta está en los resultados de las elecciones ganadas por ellos, con la ayuda de los recursos del Estado.
En las elecciones del 2004, el expresidente, Leonel Fernández, obtuvo un 57.11 por ciento de los votos y en las del 2008, un 53 por ciento, mientras que el expresidente Danilo Medina, alcanzó en las elecciones del 2012, un 51.21 por ciento y en las del 2016 un 61.74 por ciento.
Igual que en las presidenciales, durante sus 16 años de gobierno hegemónico, los electores pusieron el Congreso Nacional en manos del PLD, con una mayoría absoluta que le permitía prescindir del apoyo de los demás partidos, lo que le posibilitó controlar el Poder Judicial y los órganos constitucionales extrapoder, tales como el Tribunal Constitucional, el Tribunal Superior Electoral, la Junta Central Electoral, el Defensor del Pueblo y la Cámara de Cuentas.