Los diversos procesos históricos nos han enseñado que al momento de producirse un acuerdo o pacto, no importa de la índole que sea ni los aspectos que toque, para lograr los objetivos centrales, es obligatorio ceder en múltiples circunstancias secundarias. En ocasiones hay que propiciar realidades dolorosas y que afectan a los miembros militantes de nuestros conglomerados.
Tenemos el ejemplo de lo que aconteció después del triunfo de la Revolución Bolchevique en 1917 en Rusia, donde el hasta ese momento jefe del Ejército Rojo, Trotsky, se negaba a pactar con los alemanes que mantenían un frente de ataque, lo cual ponía en riesgo el triunfo de la naciente República Soviética. En esta situación el comandante indiscutible de la Revolución, Vladimir Lennin, tomó la disposición de sustituir a Trotsky por José Stalyn, quien de inmediato llegó a un acuerdo con los alemanes que puso fin definitivo a la guerra y por ende salvó la incipiente revolución rusa.
Este acuerdo o pacto de Lennin con el imperio Alemán, le conllevó graves consecuencias o internas dentro del Partido, pues fue acusado de haber claudicado ante el imperio Alemán, de ser un derechistas imperialista, e inclusive su muerte unos años después se establece que siempre estuvo vinculada a esta decisión que los sectores radicales y ultra-izquierdistas nunca aceptaron. En realidad era una decisión dolorosa, pero necesaria para salvar una República que a penas iniciaba sus pasos en Rusia.
Como este hay miles de ejemplo, que nunca fueron entendidos ni asimilados por sectores fanatizados, que como Trotsky, creen en la revolución ininterrumpida, que no es otra cosa, que siempre estar en guerra, pues para ellos los pactos y acuerdos son debilidades y claudicaciones ideológicas y de principios, pero para otros simples estorbos que afectan sus intereses particulares, personales y grupales.
En días recientes todos acabamos de pasar por un proceso de reforma constitucional, que aunque tenía el apoyo de la mayoría de la población, era imprescindible contar con el apoyo de los congresistas para poder convertir este anhelo popular en una realidad institucional. En principio todos fuimos testigos de la resistencia interna dentro del Partido, la cual fue subsanado por un acuerdo con el Presidente Fernández, que luego fue refrendado por el Comité Político.
La materialización de este acuerdo para lograr esta reforma, incluyó además un acuerdo con el PRSC y el PRD, lo cual, tiene necesariamente una serie de implicaciones, que de una manera u otra van a influir en el ajedrez interno del PLD, por lo que habrán muchos movimientos imprevistos hasta el momento, que implicarán muchos sacrificios de compañeros que hasta el momento entendían que tenían aseguradas determinadas candidaturas.
Entiendo que es un momento donde hay que demostrar la madurez política y sobre todo la lealtad a quien siempre por discurso han profesado asumir, de lo contrario estarían colocándose en una circunstancia que pone en duda esa supuesta lealtad, pues vendrían colocándose como entes de presión, chantajes y extorsión de quien profesan ser seguidores fieles y agradecidos.
Este es el momento de que cada quien entienda que esos acuerdos, unos refrenados y otros que lo serán pronto, por el Comité Político, los Danilistas debemos apoyarlos sin reservas y defenderlos hasta las últimas consecuencias.
Ha llegado la circunstancia histórica que permitirá vislumbrar ante el país, quien es Danilistas de corazón y quien lo es de discurso y palabrería insustancial.