Río San Juan.- A sus 10 años y con un coeficiente de inteligencia excelente, el futuro de la niña Perla Wilmery Balbuena Pérez debería ser promisorio. Pero no es así. Una deformidad en la cadera la mantiene postrada en una silla de ruedas, con el peligro de quedar así por siempre si en breve tiempo no se le interviene quirúrgicamente para resolver la situación.
El problema es que después costearle 15 operaciones con los pocos recursos que poseía, a su madre Mary Pérez Bencosme le resulta prácticamente imposible reunir los ciento setenta mil pesos ($170,000.00) que cuesta la última y más importante operación para que pueda volver a ser una niña normal.
“Las otras operaciones que se le han realizado a mi niña, yo pude costearlas con ayudas que me brindaron, además eran operaciones un poco más leves y el Hospital Arturo Grullón me cubrió un 50% de los gastos (50%). Esta nueva intervención a la que debe ser sometida mi hija, será en la Unión Médica, en Santiago; es muy costosa y ya yo he agotado todos los recursos que tenía, precisamente en sus otros tratamientos, en las operaciones y pasajes para trasladarnos hasta Santiago”, dice acongojada esta madre soltera de tres hijos, y desempleada, residente en la comunidad de Caña Amarga.
El calvario de Perla inició a sus cinco años, cuando fue intervenida quirúrgicamente por primera vez para tratar de corregir un problema ortopédico presentado en sus pies a la edad de cuatro años, y después de que un tratamiento donde le colocaron quince yesos semanalmente no pudo resolver.
“Luego de un tiempo, su médico, el ortopeda Harry Cruz, detectó un problema mayor y determinó que la raíz de la imposibilidad de Perla estaba en sus caderas. Un año después procedió a operarla, logrando acercar, un poco, los huesos de la cadera, pero falta la más importante y la más costosa para así poder caminar, como es su anhelo y el mío”, afirma con desesperación.
“Yo pido, humildemente, la ayuda de todo aquel que pueda aportar su granito de arena para ayudar a que mi hija camine. Yo he sido una madre entregada a Perla, en cuerpo y alma, como ella merece, y me da mucho dolor cuando ella me dice que quiere jugar en el parque o ir a la playa, en fin, caminar, y ese es mi mayor deseo”, expresa impotente.
Según narra Pérez Bencosme, conoció el Hospital Arturo Grullón en Santiago a través de Florencia, una señora de la comunidad La Yagua, quien a través de su fundación ayudó a otros niños con problemas similares, para que fuesen intervenidos y ayudados por el centro de salud.
Recuerda que cuando la niña llegó a dicho centro, el médico especialista que la atendió pensó que el caso era fácil y que con unas botas se resolvería.
Dijo que luego de comprar las botas y la ver que la niña no las retenía, y eran muy pesadas para ella, que incluso se le ponían los pies morados, se le hizo un estudio y ahí determinaron que el problema no era en los pies, sino en la cadera.
Todavía confiada en el diagnóstico del ortopeda Harry Cruz, la madre dice optimista que el 13 de octubre próximo su hija cumplirá diez años de edad, según su doctor, la edad ideal para practicarle la cirugía de cadera y pueda caminar.
“Ahora con esta última intervención, mi hija tendrá la oportunidad de caminar y solucionar del todo esa discapacidad. Perla es una niña normal, es muy inteligente y especial en todo el sentido de la palabra. Yo quiero verla caminar, es mi sueño y tengo la fe en Dios que con la ayuda de mi pueblo, amigos cercanos y demás, mi hija verá realizado ese sueño”, dijo Pérez Bencosme.
Quienes quieran hacer sus aportes, pueden comunicarse directamente con la madre de Perla, Mary Pérez Bencosme, llamándola al (809-610-6450), también la pueden contactar por Facebook, con el mismo nombre.