Nueva York.- Desde el primer en que fue arrestado, Carmen Sosa, la madre del confeso terrorista dominicano José Pimentel, condenado ayer martes en la Corte Suprema Estatal a 16 años en la cárcel y cinco en libertad condicional, se viene debatiendo entre el amor maternal y el rechazo al delito cometido y confesado por su hijo, además de su oposición al Islam como católica tradicional.
Sosa consideró "excesiva" la sentencia, pero dijo que "patalear, no resuelve".
En noviembre del 2011, ella dijo a medios locales que aunque siempre amará a su hijo, este debía pagar lo que hizo, porque "esa es la justicia". Añadía que se sentía como una neoyorquina a la que le encanta su ciudad.
La señora Sosa de 58 años, dijo que "la reacción sobre la condena, es que 16 años son muchos, aunque como madre, la reacción que muchos creyeron que verían es la de que al igual que otras mamás, yo caería pataleando, pero eso no resuelve".
Añadió que el estado de ánimo de su hijo, "es un poco triste, pero a veces, hay decisiones que hay que tomarlas".
Expresó que esas decisiones, son también un poco fuertes, porque hay que decidir por lo que más conviene.
"Pero… él lo pensó bien", agregó la señora Sosa visiblemente compungida.
"Tengo que dar el frente, ver lo que va a pasar y cuál será el futuro incierto de mi hijo", expresó la madre dominicana.
El 21 de noviembre del 2011, la señora Sosa pidió disculpas a los neoyorquinos por la conducta de su hijo y dijo que le encanta la ciudad.
"Quiero pedir disculpas a la ciudad de Nueva York", decía la madre dominicana.
"Me encanta la ciudad. He estado aquí desde 1987 y estoy muy decepcionada con lo que mi hijo estaba haciendo", dijo hace tres años.
"Me siento muy mal por la situación. Doy las gracias a la policía. Ellos hicieron lo que se supone que deben hacer. "
Sosa dijo que la personalidad de su hijo comenzó a cambiar después de que el entonces adolescente se convirtió al Islam hacía unos cinco años.
"Mi hijo era un muchacho americano normal", dijo. "Él hizo lo que hacen los jóvenes. Entonces se convirtió en un musulmán y cambió. ", relataba la señora Sosa.
Pimentel, de 27 años, nació en la República Dominicana y se crió en Manhattan hasta que se mudó al condado Schenectady, cerca de Albany en el 2005.
Ese año, fue arrestado por el robo de información de tarjetas de crédito de un cliente en una tienda donde trabajaba y la usó para tratar de comprar una computadora, dijeron los fiscales.
Cuando fue arrestado por ese hecho, se declaró culpable de un cargo de propiedad robada y fue sentenciado a cinco años en libertad condicional.
Se casó en Schenectady y tuvo un hijo, que ahora tiene 9.
El matrimonio se complicó y la policía fue llamada a la casa dos veces en el 2008 por las denuncias de violencia doméstica.
Después de un divorcio en el 2009, Pimentel dejó de pagar más de $ 9.000 dólares en manutención de su hijo y violó tres órdenes de comparecencia que le habían sido emitidas.
Cuando Pimentel comenzó a leer El Corán en el 2001, su madre no estaba feliz porque es una católica militante, pero señaló que "en principio, no era un fanático del Islam".
"Mi hijo oraba e iba a la mezquita", dijo ella.
Con el tiempo, dejó de escribir y escuchar música salsa y se pasaba el día rezando, leyendo y durmiendo.
La policía dijo que el fanatismo de Pimentel con el Islam, lo impulsó a moverse de nuevo a
"Yo estoy haciendo negocio '", le dijo a su madre acerca de las horas que pasaba en la computadora, pero en realidad había creado la página www.trueislam1.com con conocimiento de su madre.
Ella dijo que mientras su hijo se había vuelto muy religioso, no expresaba animosidad hacia los Estados Unidos.
"El nunca me dijo que odiaba América", relató la madre. "Él nunca había dicho nada en contra de los militares o de las guerras."
"No tenía idea de él que estaba construyendo bombas para hacer explotar coches de policía y oficinas de correos", explicó la madre dominicana.
"No sé lo que hacía en la casa", dijo. "Yo sé que él no lo hizo en la cocina."
"Él dijo que lo hizo por sí mismo", agregó.
Sosa dijo que ella se debatía entre el afecto de una madre y su creencia de que su hijo lo había hecho mal.
"Sólo quiero decir que lo amo, pero me siento como una neoyorquina, y mi hijo va a tener que pagar. Esa es la justicia".