Mucha gente que logra figuración pública gracias a la promoción mediática, no propiamente porque sea brillante, llega a creerse el cuento de que puede embaucar a los demás todo el tiempo, ignorando que no vivimos en una selva y que aquí cada quien tiene cabeza propia para pensar, analizar y actuar. Que haya quienes no sepan utilizarla es la confirmación de la regla de las excepciones. Pero aquí hay quienes sabemos pensar y actuar por voluntad propia. Reflexiono de esta manera observando la manipulación vulgar y antojadiza que hacen algunos escribidores al “analizar” el incidente surgido a bordo de un avión estacionado por unas tres horas en la pista del aeropuerto de Boston cuando Angelita de Vargas, la esposa de Miguel Vargas, fue agredida verbalmente por un pasajero que estaba molesto porque la dama bailaba al son de la canción Despacito, puesta a sonar a través de los altoparlantes de la aeronave por el piloto del avión. Hay que ser muy mezquino para aplaudir esa agresión, no porque fuera a Angelita sino por tratarse de una dama y por el escenario en que se producía esa situación. Afortunadamente, en el vuelo viajaba el Big Papi, David Ortiz, de cuya credibilidad no hay dudas, y él ofreció una versión sobre el hecho, muy alejada de la que propagan los(as) desorejados(as) que opinan del caso sin saber, como si vivieran permanentemente en Venecia. ¡¿Qué cosa? ¿Eeeh?!, como solía expresar mi siempre recordado amigo y colega Joaquín Ascención…
Solidaridad
Hasta prueba en contrario, de los encartados en el caso Odebrecht que están en la cárcel de Najayo, para mí, muy en lo personal, Andrés Bautista es una persona honorable, cuya amistad me distingue. De ahí mi expresión de solidaridad para con él y su familia en el momento difícil por el que atraviesa. Otro amigo, Víctor Díaz Rúa, amigo de los amigos y solidario, a quien beneficio de la presunción de inocencia hasta que se le compruebe delito, también tiene mi solidaridad total…