Las redes sociales son hoy por hoy el medio de comunicación más eficaz, económico e interactivo de todos, en Facebook, que es solo una de ellas, 1600 millones de personas, es decir, alrededor de un cuarto de la población mundial posee una cuenta en dicha red, entre los cuales, 922 millones, que se traducen en alrededor del 60% de la totalidad de los usuarios, lo utilizan durante un período de por lo menos una hora por día. En el caso específico de la República Dominicana, para el año 2008 apenas 192,000 personas, equivalentes al 1.93% de los dominicanos utilizaba esta red, número que hoy día supera los 3,100,000, dentro de los que hay 2,300,000 mayores de 18 años que constituyen el 35% del electorado hábil para votar en la próxima contienda del 15 de mayo.
Redundar más en estadísticas para certificar la importancia de las redes sociales en las campañas electorales resulta innecesario, ya que estas son un fenómeno legítimo e indudablemente vital para el éxito de cualquier proyecto político.
Pero antes de compartir mis ideas centrales sobre este tema, me permito señalar que la musa de este escrito fue un pronunciamiento que leí hace unos días, emitido por uno de los políticos más exitosos en la historia política contemporánea de América Latina, me refiero, a lo primero que dijo el 3 veces Presidente Constitucional de Bolivia Evo Morales, tras su derrota en el referéndum en el que se consultaba a los bolivianos sobre la posibilidad de que Morales permaneciera en la presidencia de ese país por un cuarto período consecutivo: "PERDÍ POR LAS REDES SOCIALES".
Todo activista, dirigente, movimiento u organización política con aspiraciones que dependan de una campaña electoral, debe contar con un buen equipo con habilidades para el proselitismo virtual y la difusión de la imagen del candidato y sus propuestas de gobierno; teniendo en cuenta, que regularmente el usuario de las redes sociales es muy crítico y que las publicaciones alusivas a una campaña son un blanco muy expuesto y frecuentemente atacado, por lo que un escrito o audiovisual destinado a difundirse en las redes en aras de extraer de el un capital político, debe ser preciso, ortográficamente correcto y sobre todo estar al día con los constantemente cambiantes estándares tecnológicos de estos tiempos.
A juicio de un servidor, el proselitismo virtual debe quedar circunscrito a los siguientes principios básicos: Primero: Likes no son votos, abundan quienes dan like a una publicación por costumbre y sin ninguna razón en especial. Segundo: Seguidores o amigos en tu lista no son simpatizantes, entre ellos hay opositores, hay quienes te siguen porque si y hay también una masa silente y neutral que va a decidir según lo que vea. Tercero: No todos los criticones son opositores, los simpatizantes que opinan con sentido crítico son más abundantes de lo que pensamos y hay que tener cuidado de no confundir azúcar con sal. Además, después de todo, la nueva comunicación política no consiste en hablar, consiste en escuchar. Cuarto: Hacer audiovisuales muy largos, escritos muy extensos y exagerar con la frecuencia con la que se publica sobre temas políticos, lejos de sumar y crear empatía, podría resultar contraproducente, o más bien surtir un efecto totalmente contrario al deseado. Por último y a lo mejor más importante. Quinto: Las elecciones se ganan en las calles, las encuestas virtuales y la simpatía que se pueda percibir por esos medios no son más que una foto; y las elecciones son una película con muchas fotos, si bien es cierto que las redes sociales son una excelente herramienta para crear percepción y producir opinión pública favorable, no menos cierto es que eso hay que saber capitalizarlo y transformarlo en votos el día de las elecciones.