Motivado por mis comentarios recientes, sobre la pretendida venta del área que ocupa el principal asilo de ancianos que opera en Santo Domingo, mi lector César de Jesús Canela me escribe por email. Lean ahí: “Comparto tu preocupación por el afán de gente que llega a puestos del Gobierno y de inmediato quiere vender las propiedades del Estado, tal si fueran suyas, ya sabemos buscando qué, en la generalidad de los casos. Creo también que los presidentes, llámense como se llamen, a veces son sorprendidos en su buena fe por esos subalternos que, pensando en aquello de que “hay que hacerse” aprovechando su paso por la administración de los bienes públicos, traicionan la confianza de sus superiores y regentean las entidades puestas bajo su responsabilidad creyendo que se trata de una herencia familiar, una finca de su propiedad, como bien señalas. El caso que mencionas, de esa entelequia denominada Consejo Nacional para las Personas Envejecientes (Conape), es otro más en la lista de escenarios que necesitan de la intervención directa del Presidente de la República. De esa institución, en los últimos tiempos, solo han salido muchos reportes negativos, y se ha comprobado que quienes están al frente de ella no tienen la más mínima noción del ejercicio ético y transparente en una función pública. Los presidentes tienen mecanismos para conocer de primera mano cuándo una instancia subalterna está funcionando bien o no. Para eso existen herramientas de supervisoría y seguimiento. Que no le estén informando adecuadamente al jefe del Estado lo que acontece realmente en un foco de denuncias permanentes sobre indelicadezas y manejos raros, eso será otra cosa. Ahí es donde juegan su papel social los medios informativos. No tengo la más mínima duda de que Danilo Medina es un político preocupado por lo que la historia dirá de él, y por su esfuerzo por la transparencia en su gestión. Entonces, ¿qué espera para actuar en el caso del Conape?”. Magistrado, no más palabras… –