A Luperón: mire usted, caballero, que su espada luce de–lo-más-que-se-yo en el museo, y el kepis floreado de dorado hizo moda algún tiempo, y a alguien le dio por blanquear la piel de sus retratos, y no se sabe a quién se le olvidó ponerle los faroles de 200 bujías a una estatua solitaria del Mirador esquina su avenida. y hay quienes procuran atenuar el color de su antiimperialismo, y hay quienes lo definen como un gran socialdemócrata adelantado, y algunos hasta lo señalan como un gran general adinerado… (Pero sepa también que aquí sigue presente, vivo, actuante, un pueblo que sabe valorar y seguir su ejemplo).
