Alberto y este servidor tuvimos una historia de comunicación de casi 40 años. En principio en la pesca como dueños de barcos, luego en la participación y organización de actividades deportivas y finalmente en la vida política.
Puedo decir con toda la autoridad del mundo que a pesar de las diferencias, siempre nuestras relaciones estuvieron cimentadas en el respeto mutuo y un trato al nivel de dos personas que eran capaces de reconocer su rol y espacio dentro de la sociedad.
Alberto era un guerrero, un trabajador incansable, un rival temerario, un gran estratega y un fino político. Su historia todos las conocemos y si la ponemos en una balanza, sus aportes a la comunidad siempre serán muy superiores.
Alberto era un ser humano que no se detenía en pequeñeces, pensaba en grande y jamás se dejaba deblegar por los resentimientos. Después de los acontecimientos del pasado proceso electoral, me llamó a principios de agosto por lo del fallecimiento de Tato y tuvimos una conversación, que fue la última, muy amena, donde dejamos atrás cualquier diferencia del pasado.
En ese momento reiteramos nuestra amistad por encima de cuestiones políticas, por lo que puedo decir que nuestro amistad fue lo que perduró hasta el día de hoy y lo que marca nuestra despedida.
Alberto los grandes se despiden con respeto y admiración. Mi solidaridad con sus familiares, especialmente con Romi y Evelyn.