Los últimos artículos que he escrito están dedicados en gran medida a reseñar un gran período de mi vida, faltando para completar mis datos biográficos, mi infancia y el inicio de la adolescencia. Por sugerencia de algunos amigos, decidí escribir éste articulo para cubrir esa parte, porque es posible, quizás necesario para un futuro proyecto que en estos momentos estoy estudiando para su ejecución.
Soy el único varón y menor de cuatro hijos, procreados por Luis Osvaldo Estrella Liz y Paula Mercedes Pichardo Massennet, nacido por accidente en Cayetano Germosén, Municipio de la Provincia Espaillat. Mi padre desenvolvió su vida entre ser fiscalizador, Juez y encargado de Recursos Humanos de algunas compañías privadas, por lo que en mi infancia tuve que vivir en distintos lugares, pero siempre teniendo a Santiago como el centro, púes mis padres, ambos, eran nativos de la capital del Cibao.
Mis recuerdos alcanzan hasta los 4 años y algunos muy vagos antes de esa edad. A los cuatro años tenía una memoria fotográfica, prodigiosa, hasta el punto que a mi casa frecuentaban decenas de personas para comprobar mis dones, llegando incluso, a llevarme a los Colegios más avanzados de la época para carearme en matemáticas con niños de 3ro de primaria.
A los cinco años era un asiduo lector de paquitos o muñequitos, y cuando entre a la escuela, estaba muy por encima de los niños de mi edad. Eso duró hasta que llegó un momento que perdí el interés en la escuela y pasé a convertirme en un estudiante de la generalidad. Volví a recobrar el interés académico en el 2do. del bachillerato y de nuevo me convertí en un excelente estudiante académico.
Los primeros 4 años de la Escuela Primaria lo realicé en el Municipio de Esperanza, el quinto en Santiago y desde el sexto al primero del bachillerato en Manzanillo. Aunque para el primero del bachillerato tenía que viajar a Dajabón, púes en Manzanillo no había Liceo. En esos años en ese pueblo costero, desarrollé una gran obsesión por la lectura de novelitas de vaquero, recuerdo que tenían hasta 120 paginas y leía tres todos los días.
En esos años, como desde niño, siempre me relacioné con personas mayores, con jóvenes que me superaban en varios años, aunque jugaba con los de mi edad, ese no era mi interés. Jugaba ajedrez y tablero o damas, teniendo que abandonar el ajedrez porque en el pueblo nadie jugaba al nivel que tenía, pero si había excelentes jugadores de tablero, por lo que me concentré en él y a los 13 años ya era el de más nivel en el Municipio.
Jugaba también Ping Pong y Béisbol, pero siempre en una liga mayor, no me aceptaban en las ligas de mi edad. En ese tiempo también jugué baloncesto, y aunque era parte del equipo Municipal, en realidad nunca fui buen jugador. Me gustaban todos los juegos, parche chino, dominó, barajas. etc. Pero donde más pude sobresalir fue en ciclismo, era excelente en eso, púes lo practicaba desde los 3 años.
Puedo decir que tuve una hermosa familia, unas hermanas que me adoraban y unos padres especiales, duraron más de 50 años de casados. No puedo quejarme de mi infancia, fue libre y feliz, disfruté sin limites y sobre todo con mucho amor. No albergo ningún recuerdo traumático, lo cual agradezco en el alma, porque me hizo formarme sin resentimientos ante la vida y con la capacidad de perdonar.
Cuando nos retiramos de Manzanillo y llegué de nuevo a Esperanza para cursar el 2do del bachillerato, ya un adolescente, comenzaron mis inquietudes revolucionarias y a partir de ahí mi vida toma otro giro.
Lo que si puedo decir se ese período de la infancia, es que siempre fui algo tímido, un poco retraído, muy competitivo, con intereses restringidos, pero muy obsesivo en lo que emprendía. Siempre me relacioné con jóvenes mayores y leía y me preocupaba por cosas que no eran propias de mi edad. Mientras los otros jugaban, quizás yo pensaba en los confines del horizonte, del origen de la vida, del funcionamiento del universo, de que existía después de la muerte y de miles de cosas que no podía compartir con mis amigos.
En realidad era un poco diferente a los demás, siempre fue así, quizás ahora me diagnosticarían como Asperger, pero aprendí a conocer la vida y sobre todo a conocerme a mi mismo, lo que me ha ayudado a entender los cambios de ánimos y humor. Quizás no sea bueno en la interacción social, pero soy auténtico y sincero cuando lo hago. Quizás tenga intereses restringidos, pero eso me ha permitido realizar las cosas que hago lo mejor posible. Quizás sea un poco obsesivo, pero siempre trato de hacerlo en cosas positivas y de no ser positivas retirarme a tiempo.
La mejor manera de vivir la vida es ser capaz de conocerse, vivir el momento y no juzgar jamás a los demás.