En mi más de 30 años de accionar político he pasado por inconmensurables experiencias, tanto positivas como negativas, pero si algo he aprendido en esa actividad es a tener la capacidad de cerrar los procesos, ya que la política como tal es una ciencia y no algo circunstancial ni personal.
En esos acontecimientos he logrado extraer una experiencia fundamental, la cual me ha llevado a tomar la firme determinación de no volver a asumir compromisos en los futuros procesos internos.
Las convenciones o primarias internas, incluyendo el voto preferencial para diputados, se han convertido en una lucha descarnada, sin importar que lo que esté en juego sea una candidatura presidencial o una simple candidatura a regidor o vocal de un Distrito. Estas confrontaciones se han convertido en una lucha de intereses tal, que en un momento se olvida todo, la fraternidad, el compañerismo, la amistad, para dar paso al odio, los rencores y el resentimiento.
En mi caso particular, puedo decir que he sido un político con suerte, pues en esa larga trayectoria política he participado en muchos procesos internos, nunca como aspirante, pero apoyando o auspiciando a un determinado candidato. Puedo decir que la suerte siempre me ha acompañado, porque a excepción del proceso interno del 2007 donde apoyé al hoy presidente Danilo Medina, siempre los candidatos que he asesorado y apoyado han salido victoriosos.
Pero el éxito es algo muy relativo, porque es como decía Churchill, que el éxito era ir de fracaso en fracaso sin desesperarse. Digo esto porque aunque en el 90% de esos procesos electorales han ganado mis candidatos, cada uno de ellos me ha sumado una cantidad indeterminada de resentidos, de aquellos que por su nivel político y formación personal, no entienden que como decía Baltazar Gracián, en política había que jugar limpio, porque ganar con bajezas no era ganar.
Siempre he tratado de ser trasparente, frontal y firme en mis principios y convicciones, por lo que cuando he apoyado alguna causa, sea o no correcta, siempre lo he hecho de cara al sol, defendiendo con firmeza mis principios y criterios. Al mismo tiempo, después de concluido el proceso electoral, siempre lo he dado por cerrado, porque estoy consciente que es un asunto político y no personal.
En realidad, entiendo que jamás tomaré partida en procesos internos, porque en definitiva lo que obtienes son muchos enemigos resentidos, y por experiencia, los que apoyas, los que ayudas a obtener determinadas posiciones electivas, al final son los que con más odio te confrontan. Eso lo comprendo, es parte de la naturaleza humana, pero también tengo el derecho de apartarme de esas situaciones y dedicarme en términos políticos, al trabajo institucional y partidario.
Es una nueva etapa en mi vida que espero mis amigos y relacionados la comprendan.
NO MAS PRIMARIAS.