De los nuevos aires que soplan desde hace un tiempo en el Vaticano con la elección del Papa Francisco, resulta reconfortante que a la República Dominicana, como consecuencia de ello, llegue una brisita. Y esto empezó con la designación del nuncio apostólico Jude Thaddeus Okolo, para seguir de manera estruendosa con la del monseñor Francisco Ozoria Acosta como arzobispo metropolitano de Santo Domingo en sustitución del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.
A vuelo de pájaro o a primera vista causa cierta alegría que la epidermis de ambos sea tan parecida a la de la gran mayoría de los dominicanos. Un negro, el nuncio y un mulato el arzobispo, bien podría esto servir para un drama de la era colonial donde respetadísimas damas blancas se taparan la boca de manera cursi al conocer la noticia.
Lejos de esta superficialidad (aunque sí tiene mucha importancia) está el aspecto humano. Por los pronunciamientos que han hecho ambos respecto a algunos temas se colige que se distancian enormemente de las posiciones retrógradas y conservadores que generalmente emana el Cardenal López Rodríguez. Por ejemplo, el tema del homosexualismo o el aborto que desencadenan terribles llamaradas en la boca de este último cual si fuesen fauces de un lobo.
La designación de Ozoria seguramente provocó ciertas devastaciones (recuérdese las devastaciones que provocó el otro Osorio entre los años 1605 y 1606), pues el preferido del Cardenal era otro. Pero, los tiempos cambian, y nada es eterno en el mundo, incluyendo las maldades y perversidades que se cuecen en muchas almas.
Nuestro anterior arzobispo, López Rodríguez, nunca ha sido el hombre de iglesia en el que los más humildes y necesitados pudieran buscar consuelo, en el que los discriminados y pobres encontrarían una mano amiga o un hombro para recostar sus dolores.
En cambio, su sola presencia causa temor en muchos. Su posible ira hace que algunos reculen o se mantengan callados respecto a ciertos temas. El no representa una iglesia humana, es la fachada de un sector religioso beneficiario perpetuo del poder. En vez de condenar la pedofilia que daña la iglesia no ha desaprovechado la oportunidad para mostrarse rabiosamente homofóbico, cuando el propio papa Francisco ha dicho que se debe pedir perdón a ellos.
Yo no sé si el Cardenal estará enfermo físicamente. Del alma hace tiempo que lo ha estado. No peco si digo que su ausencia ha dado un respiro, debido a su intransigencia. No le deseo mal, el tiempo en cambio se encarga de todo. Trujillo era el ser más poderoso del país y terminó en un baúl y hediendo, el ex presidente Leonel Fernández se equiparaba a los dioses griegos, y hoy anda por ahí dando pena, soñando con una segunda oportunidad, al parecer no cansado de haber gobernado por doce años.
Saludo los nuevos aires y al nuevo arzobispo Ozorio; la iglesia del nuevo papa y los buenos católicos se lo merecen.