En las últimas semanas han ocurrido en Río San Juan y sus cercanías una ola de accidentes de tránsito con saldos fatales en vidas humanas y lesiones a municipes de todas las edades. Esta espiral macabra que ha traído luto a muchas familias debe poner a pensar a las autoridades sobre las causas y las posibles soluciones para evitar que se sigan perdiendo vidas útiles y creando una especie de pánico en los viandantes y conductores que sienten una aprehensión justificada al salir de sus casas.
Las causas son multifactoriales; por un lado las calles y carreteras de la zona han sido asfaltadas y ha sido como una invitación al desenfreno en materia de velocidad para los conductores. Por otro, la cantidad de vehículos que transitan actualmente no se parece a la de antaño, sobre todo motores y pasolas que pululan como hormigas y serpentean entre los automóviles, haciendo gala de sus dotes de ¨ases del manejo temerario¨, tanto en dos ruedas como ¨ calibrando¨ en una rueda y agregando piruetas dignas del mejor espectáculo circense. Otra razón que podríamos mencionar es que la señalización es pobre, sobre todo dentro del casco urbano, agregado a que la mayoría de los conductores, o no saben leer o no han hecho el curso para obtener su permiso de aprendizaje y después su licencia, aunque ya Tránsito Terrestre está trabajando en esto; pero qué hacemos con los analfabetos?
La estrategia para paliar estos sucesos funestos y reducirlos a su mínima expresión debe encaminarse en dos sentidos. Por una parte, el aspecto punitivo y regulatorio para que los desaprensivos no encuentren vía franca para sus maniobras y acrobacias, en lo cual se tienen que involucrar la Policía, Amet y hasta el mismo gobierno municipal como encargado de las regulaciones de tránsito; y por otra parte, el aspecto educativo donde deben actuar esos mismos organismos junto a Tránsito Terrestre, dependencia del Ministerio de Obras Públicas, y que por suerte para nosotros, está ahora dirigido por Luis Estrella, una persona que le duele Río San Juan y lo que pasa en la zona.
Toda la sociedad riosanjuanera debe movilizarse para que esta peligrosa ola no nos arrope como un tsunami y siga llevándose vidas, y que en cualquier momento puede tocar a familiares nuestros y hasta a nosotros mismos.