Omar Fernández es una novel figura política, que no debe de ser subestimada ni descartada para nada en el proceso electoral del 2028. Tiene las condiciones, el talento, el carisma, la inteligencia, la juventud y el bajo nivel de rechazo, para dar un salto cualitativo e inesperado cuando las circunstancias lo americen.
Lo vengo observando desde que fue electo diputado en el Distrito Nacional, para cuatro años después producir un acontecimiento político impactante, que lo elevó como un gigante para vencer el poder con sus múltiples manifestaciones. Su carisma, simpatía y popularidad, le dio una lección a aquellos que consideran que el uso indiscriminado de los recursos, es suficiente para doblegar la voluntad y simpatía del electorado.
A Omar lo conocí en la cámara de diputados, cuando mi esposa, Isabel Bonilla, dictaba una conferencia a los nuevos legisladores, sobre temas constitucionales. De manera improvisada nos encontramos a la salida de la conferencia, donde estaba acompañado de dos legisladores de la FP. Le dije firmemente y mirándolo a los ojos, que mi intuición y experiencia me decía que iba a ser presidente del país, en el 2028 o el 2032.
Me miró asombrado, con su sonrisa de adolescente, no me dijo nada, pero pude leer en su rostro que la idea fue positivamente impactante en su cerebro, para ser guardada como un recuerdo grato en su subconsciente. Para romper el hielo entonces le dije, que en muy pocas ocasiones mi intuición me desmentía, a lo que respondido sin palabras, pero con una sonrisa aún mayor.
Es indudable que la salida de Abinader para el 2028, cambia totalmente el panorama electoral en el país, ya que, si él fuera tras la reelección, sus posibilidades serían inalcanzables por ningún otro candidato, ni de su partido ni de la oposición. Pero definitivamente el primer mandatario no será candidato, por lo que se abre un abanico de posibilidades, donde considero que Omar estaría en una situación privilegiada.
Esta tesis que indiscutiblemente será controversial, contará con el apoyo de algunos y el rechazo de otros, pero lo hago sin temor, porque siempre me he caracterizado por plantear escenarios, donde las cosas no están tan claras para la mayoría, pero que desde mi visión, lo empiezo a vislumbrar, como una lucecita que apenas se divisa en las lejanías del horizonte político.
Desde ahora estoy visualizando, que Omar sería un candidato que conectará fácilmente con los votantes entre 18 y 40 años, de una manera natural, por un asunto generacional. Pero a la vez con el cambio que ha sufrido el mundo y nuestro país, ya las personas entre 40 y 50 años y hasta mayores, se han modernizado, unos por estar en la moda y otros obligados por las circunstancias, por lo que en esos sectores también tendría sus fans y seguidores.
En mi caso sobrepasé los 60 y me siento identificado con Omar, lo cual podría ser algo de mucho mayor alcance, porque al entrar a la edad adulta en estos tiempos, también comienzas a comprender, que hay que abrirle espacio a la juventud. En todo el mundo los electores se están inclinando por políticos jóvenes, esa es la tendencia, por lo que esa realidad poco a poco se está imponiendo.
De manera particular y desde mi óptica, cuáles serían las ventajas y la oportunidad de Omar para el 2028: Veamos esas perspectivas.
Comenzando por su propio partido, donde el único que podría disputarle con autoridad la candidatura es su padre, Leonel Fernández, quien ya ha sido tres veces presidente, dos veces candidato presidencial y que para el 2028 tendrá 76 años de edad. Por esa razón entiendo que el ex presidente Fernández, culminaría su carrera como el gran estadista que es, entregándole la antorcha a su hijo, porque sencillamente en este momento, las posibilidades de su vástago, son ampliamente mayores.
En el caso del PLD, que al parecer no tiene un candidato definido, ya que Francisco Javier, tendrá de frente a Abel Martínez, quien ha manifestado que desde ahora iniciará sus recorridos por todo el país. Es indudable que la situación del PLD no es favorable, por lo que más le convendría, sería sumarse activa y entusiastamente a un probable proyecto de Omar Fernández a la presidencia.
Y por último tendríamos al PRM, que sin Abinader de candidato, las cosas se le complican, ya que por su naturaleza guerrerista, al estilo de algunos fanáticos del medio oriente, podrían emular a Salvador, que prefiero a Balaguer que a Jacobo Majluta. La lucha interna que se vislumbra y que ya empieza a dar los primeros síntomas, será un fuerte obstáculo para el PRM.
En esa organización hay muchos sectores, quizás más de 20, pero existen tres muy poderosos, que al final son los que dominarán el escenario. El primero es David Collado con un fuerte sector empresarial detrás, apoyándolo y empujándolo. Luego Carolina, con el sector de Hipólito como estructura política y económica, el cual, con las mañas, la experiencia y el poder que tiene Hipólito, es a tomar en cuanta, porque sin lugar a dudas, llevarán la contienda hasta el final.
Finalmente tenemos el sector del presidente, el más poderoso por tener control del gobierno, producir los decretos y otorgar los favores, tanto a políticos como a empresarios. Este sector todavía no ha definido claro, cuál será el delfín, aunque al parecer la Vice encabeza por ahora las posibles opciones, aunque no son descartables, Yayo Lovatón y Samuel Pereira.
Como podemos notar es algo un tanto complejo el panorama en el oficialismo, lo que facilitaría la formación con posibilidades de un frente opositor.
Pero además de esas dificultades notables y visibles, está la situación del PRM con los aliados, quienes aportaron un 9% a la candidatura de Abinader, quienes han sido subestimados y menospreciados, colocados algunos en posiciones de poco alcance para manejos políticos electorales.
Los pocos aliados que han sido designados, ha sido en estamentos que más que bien les afectará con su militancia, ya que los verán recibiendo beneficios particulares, sin ellos ser retribuidos acorde al trabajo que pudieron hacer en las elecciones pasadas. Indiscutiblemente que eso generará un gran descontento que reducirá de manera significativa ese 9% que aportaron en las elecciones pasadas.
Por este escenario qué humildemente vislumbramos para el 2028, es que somos de parecer, que el benjamín de la política nacional, Omar Fernández, sería un sólido candidato para convertirse en el próximo presidente de los dominicanos y dominicanas.