Albert Einstein, desde el pasado y con una simple frase, nos regala la clave para salir de un aprieto: “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.
Cada vez es mas común leer en los periódicos los intentos de fraude que hacen los atletas para ganar competencias, fama y mucho dinero; lo mismo que en el campo de las finanzas donde con frecuencia leemos sobre banqueros inescrupulosos y empresarios tramposos.
La política no es una excepción. A menudo se recoge información de elecciones que se ganan con fraude, siendo la mas recordada la que se celebró en los Estados Unidos en el año 2000, donde compitieron Al Gore y George W. Busch y una decisión de la Suprema Corte de Justicia, en votación de 5 a 4, evitó el reconteo en la Florida, lo que le dio la “victoria” al Partido Republicano.
En esa oportunidad mas de 2 millones de votos fueron descalificados porque no se pudo establecer la intención del votante. Eso hizo que en el año 2002 se decidiera fortalecer el acto de votar y se consiguió reunir a políticos, académicos, matemáticos, abogados, expertos en tecnología, y universidades, de donde salió el Help America Vote Act, convertido por el congreso en un nuevo reglamento que fortalece y transparenta el proceso electoral.
Lo mismo hizo México en las elecciones del 2006, cuando las protestas de López Obrador obligaron a la clase política a hacer de la competencia electoral un proceso mas igualitario, al limitar el acceso a los medios de comunicación y condicionar la cantidad de dinero que los partidos pueden gastar. Así han hecho todos los países a los que se les ha presentado cualquier crisis.
Y así también hicimos nosotros cuando los fraudes bancarios al final del gobierno del presidente Hipólito Mejía. Esa crisis terminó por fortalecer la Superintendencia de Bancos al proveerla de herramientas que permitieran que todo el sistema quedara mejor protegido de fraudes y vagabunderías, aunque en el 2015 el poder permitió nuevas defraudaciones, esta vez al Banco Peravia.
El problema de la crisis electoral actual es que el oficialismo, único beneficiario del fraudulento proceso recién pasado, pretende negar que aquí hay una crisis. Su irresponsable silencio es parte de una estrategia que persigue cansar a esta sociedad para que todo siga igual y, de esa forma, seguir haciendo lo mismo cada 4 años: repartir impunidad y corrupción. Y ese es el problema mayor.
No es que se quiera corregir lo que tan claramente señala la OEA en su informe de observación electoral que recomienda “una reforma estructural profunda”, o aclarar la falta de “integridad” que mencionó Zobatto, o rebatir la declaración de la Internacional Socialista Juvenil que cuestionó el proceso y lo calificó como una “debilidad en el desarrollo de la democracia”
La oposición tiene el deber de seguir reclamando y hacer que el mundo conozca lo sucedido, en contraposición con el gobierno, y la ciudadanía de mantenerse vigilante y exigir el cumplimiento de la ley. Lo que queremos es evitar la ingobernabilidad, la violencia y el caos que hoy imperan en Venezuela.
De todos modos, la mejor evidencia del fraude la acaba de dar el pleno de la JCE; que todos sabemos esta controlado por el PLD, que a su vez es el principal beneficiario del fraude; al negarse a que manos expertas y confiables hagan una auditoría de los equipos electrónicos que costaron 31.8 Millones de dólares y la propia junta admite no funcionaron en su totalidad.