Río San Juan.- En 1981, cuando en Río San Juan ya se tenía en el olvido el concepto de música y sólo algunos de los viejos músicos de este pueblo formaban grupos para comercializar y sacar provecho sin dejar ningún legado ni ejemplo a seguir, apareció Federico Toribio Jiménez (Pancho Batata), quien agarró a sus hijos y a otros niños de los barrios para enseñarle música en su casa y hasta en su horario de trabajo como policía. Incluso llegó a dar clases en el mismo patio del cuartel.
Sus primeros alumnos fueron sus hijos Kaki, Tatú, Jani y Francisco Rodríguez –Pancho- “El Carey”. Luego se integraron Lenny, el hijo de la profesora Ludovina Bonilla; Tico, el hijo de Antonio Martínez, y Ramón Antonio Rodríguez (Vale), entre otros.
Ante tantas precariedades y el creciente número de alumnos, consiguió permiso para dar clases en el Ayuntamiento Municipal. Todo esto lo hacía Pancho Batata de manera voluntaria, sin recibir ninguna paga ni ayuda. Luego retornó al pueblo Gabino, quien fuera muchos años atrás el primer maestro de música.
El maestro Gabino encuentra las bases para desarrollar un nuevo renacer de la música en Río San Juan, sin embargo, no es mucho lo que consigue. Quizás por su renombre y trayectoria es nombrado por la Sala Capitular, pero viendo el poco apoyo que las autoridades le daban, decide marcharse otra vez del pueblo.
Ante esta vacante, la Sala Capitular, por intermedio del regidor del PLD Danilo de los Santos, decide nombrar a Pancho Batata con un sueldo de 2,000 pesos mensuales. También se consiguen algunos instrumentos musicales y se forma una pequeña banda a cargo del inquieto joven Federico Antonio Toribio (Tatú). Este grupo de inquietos muchachos se encargaron por muchos años de tocar algunas piezas en actividades importantes de la comunidad, incluyendo marchas fúnebres. Pero ante la dejadez y poco apoyo de las autoridades desaparecieron.
Pancho Batata continuó su esfuerzo por enseñar y ante todas las precariedades aún sigue haciéndolo. Sin embargo, con la llegada de Alberto Alonzo a la sindicatura del ayuntamiento, es cancelado de la nomina de empleados y pasado a una nomina de subvención donde se paga cuando hay fondos.
Después de más de veinte años enseñando de gratis y a poco años de haber sido nombrado, quien considera su amigo y viendo el fruto de su esfuerzo, lo deja fuera con la excusa de que “El sólo sabe un chin de música y por eso no se le puede pagar tanto dinero”.
Federico Toribio (Pancho Batata) siempre ha sido un hombre de principios y de superación. Además de haber enseñado, también ha aprendido mucho de la vida. Un día mientras enseñaba se dijo para sí mismo “Si yo puedo enseñar también debo de aprender” y se inscribió en la (UAPA) Universidad Abierta Para Adultos.
Sus 65 años de edad no fueron impedimento para graduarse de Licenciado en Derecho. A pesar de la todas las calamidades, penurias y sacrificio que paso, hoy es un ejemplo mas para jóvenes y adultos del pueblo que han dejado sus estudios y ponen excusas para terminar una carrera.
Hoy otra vez el sindico Alberto Alonzo piensa hacer recortes, para reponer el derroche que costó su reelección. No le bastó quitarlo de la nomina de empleados del ayuntamiento y ponerlo en la lista de ayuda cuando se puede. Hoy quieren quitarle una pequeña pensión de cheles, que está muy bien merecida por sus más de 30 años de servicio. Sin embargo, la Sala Capitular piensa en hacerse un aumento en más de un 30 por ciento.
Pancho Batata, como todos lo conocen, es digno de un homenaje y de una pensión digna. El señor síndico debe de reconsiderar su decisión y la nueva sala capitular debe de honrar a quien se lo merece con sus muy bien ganados méritos. Seamos justos y démosle en vida a cada quien lo que se merece.