En esta quinta (y última) entrega vale formular esta pregunta: ¿Es cierto que en estos tiempos que marca la modernidad noticiosa -fortalecida por la “magia” de la Internet, acompañada por el vertiginoso progreso de la informática- y que va acorde con los más sofisticados medios de comunicación del mundo, el ejercicio del periodismo en República Dominicana cumple con lo que es la verdad noticiosa, los principios y la ética profesional?

Ofrecer una clara respuesta, que sea creíble, podría tener “sus bemoles”. Es decir, podríamos contestar la pregunta con un sí, pero también con un “no relativo”.

He sido -y mi posición no la voy a variar- un agudo crítico del periodismo falso, que ejercen periodistas violadores de los principios y de la ética.

Se trata de los comunicadores (¿?) que “trabajan” en función de lo que les conviene a sus protectores económicos.

Pero igualmente hagamos esta otra pregunta: ¿Cómo podríamos hacer una objetiva evaluación -en función de la verdad informativa- sobre el ejercicio del llamado periodismo independiente en estos tiempos?

Es un tema que también maestros de la academia comunicacional han analizado en base a la realidad informativa inmediata… digamos: a la realidad que viven los medios de comunicación en nuestro país, en especial los periódicos impresos.

Es un criterio que lo plasmo partiendo de lo que veteranos académicos refieren -y lo hacen con frecuencia e incluso en talleres para aspirantes a periodistas- concerniente al ejercicio del periodismo independiente. Y precisar que se trata de un periodismo independiente que en ocasiones tiene “sus bemoles”.
No obstante, hay que anotar, con actitud de veracidad profesional, que el periodismo que se trabaja ahora, en el marco de la época del conocimiento, debe realizarse con los elementos que ocasionen credibilidad. Que tenga el sello de real objetivo y que siempre vaya revestido de los postulados normativos que caracterizan al verdadero periodismo profesional y ético.

Nunca dejaré de emitir críticas contra los periodistas que violentan los postulados de su oficio, que no respetan ni un ápice de la ética.

Reconozco que los periodistas, como obreros letrados, tienen derecho a solidificar sus finanzas; pero hacerlo fundamentados en la honestidad y siempre llevar “a cuesta” los principios de su profesión.

La objetividad laboral tiene que primar en los periodistas. Porque decencia periodística significa cumplir con los principios y la ética. Subrayo: En el periodismo de ahora, por encima de la mediocridad y el escribir “por encargo”, la verdad noticiosa debe estar siempre presente.