Yo no existo. Y, conmigo, otros once o doce periodistas de los que conozco (talvez quince
o, a lo sumo, diecisiete) confiesan orgullosamente que tampoco existen. Somos seres absolutamente ficticios. Somos una mentira más de la prensa nacional, de la que
generalmente nos burlamos por lo bajo, porque conocemos al dedillo sus inconfesados pecados. Nos llaman "los jodones", "los tercos", "los rosca izquierda", "los difíciles". Somos seres terriblemente chocantes e inconformes…pero felices. (Dedicado con inmenso cariño a mis colegas que nunca se han quebrado. Ni por dinero. Ni por promesas. Ni porhalagos).
