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Una sugerencia al querido pueblo de Cabrera. Por los lazos históricos que unen a Cabrera y Río San Juan, me tomo la confianza de sugerir, no como hijo de Cabrera sino como nieto de ella.
Por qué decimos esto? Porque es de todos conocidos que Río San Juan es hijo de Cabrera, y decíamos esto porque en sus inicios fuimos una sección de Cabrera.
Nuestra madre nació en un campo de Cabrera y ella, mis tíos y cinco de mis hermanos fueron inscritos en el registro civil de Cabrera.
A ella fuimos a caballo en la niñez acompañando al equipo de beisbol de Río San Juan, el glorioso Dora Sol, cuando tenía desafío con el equipo de Cabrera.
A ella también fuimos en la juventud a disfrutar de sus fiestas patronales, y ya adultos nos sentamos en su parque, donde compartimos con nuestros amigos tragos y anécdotas, donde nunca afloraron celos y malquerencia, pues han sido siempre relaciones entre hermanos.
Es decir, que por mi condición de nieto de Cabrera, me siento con derecho a hacer esta humilde sugerencia a sus autoridades y todos sus habitantes; y es ella la siguiente:
Bartolo Alvarado le pertenece a Cabrera y en Cabrera debe descansar.
Como es sabido, Gonzalo Alvarado Pereira, también conocido como Bartolo Alvarado o el “Cieguito de Nagua”, nació en el paraje La Jagüita, perteneciente al municipio de Cabrera, el 10 de Enero de 1947, donde vivió la mayor parte de su vida, hasta fijar residencia en Santiago de los Caballeros, donde desarrollaba su labor artística.
Esta gloria del merengue típico tradicional, falleció el 27 de marzo del 2020 en un hospital de Brooklyn, New York, donde era tratado por una insuficiencia renal y graves problemas pulmonares.
Al morir en medio de la pandemia de Covid-19, fue imposible para sus familiares trasladar el cadáver al país; su cuerpo fue cremado.
Aquí viene mi sugerencia: Hablar con sus familiares directos y conseguir su anuencia, para que las cenizas de Bartolo vuelvan a su pueblo, Cabrera.
Después de conseguida esta autorización, comenzar a construir un modesto mausoleo, monumento donde descansarían sus cenizas, al igual que un pequeño museo, donde se exhiban sus acordeones y pertenencias personales.
La sugerencia está hecha. Vamos todos a aunar voluntades y de seguro lo lograremos.
Si Nagua lo hizo con Tatico Henríquez, Cabrera puede hacerlo con Bartolo.