Dictadas medidas de coerción y trasladados a sus celdas de casi todos los enviados a prisión preventiva por el caso de los sobornos admitidos por la empresa brasileña Odebrecht, mucha gente se pregunta ¿qué vendrá en el próximo capítulo? Hay quienes entienden, racionalmente, que con el curso de las investigaciones sobre el caso, podrían salir a flote otros imputados, lo que ya habría de ocurrir en el conocimiento del juicio de fondo que se seguirá al grupo. Otros, fanáticos y apasionados, creen que con presión bullanguera podría lograrse no solamente que salgan otros imputados sino que entre éstos se incluyan a figuras cimeras del mundo político contra las que esos grupos ñángara tienen todos sus cañones. La verdad irrefutable es, que hay que esperar, no el próximo, sino los próximos capítulos de esta interesante serie…
¡Ah colegios!
Una muy buena proporción de los colegios privados (en realidad y justicia, no todos) sigue actuando como chivos sin ley, abusando de los alumnos y sus padres, aprovechando para sí las emociones de niños que, en su inocencia, ignoran que son explotados cuando desde el aula “ordeñan” a sus familias, exigiéndoles pagos adicionales a las ya elevadas tarifas para actividades festivas, de entretenimiento, o supuestamente de formación académica. A todo esto habría que agregar las exigencias, no ya de las direcciones de los colegios sino de ciertos profesores, para que los estudiantes se vean en la necesidad de incurrir permanentemente en gastos añadidos para realizar trabajos prácticos costosos, de presentación cuasi obligatoria so pena de ver bajar sus calificaciones. Y ni qué hablar de los regalos para los maestros en ocasión de su día, de su cumpleaños, del aniversario de boda, etc., que se han constituido en casi un reclamo de los beneficiarios, con la misma amenaza de que no habrá buenas notas para quienes no cumplan. El ministerio de Educación debería tener un departamento de colegios privados que de verdad supervise… –