En mis años de adolescencia, donde no había internet ni celulares, la preocupación de la juventud era por ser parte de los movimientos políticos revolucionarios y del movimiento cultural progresista, por lo que para lograr el fortalecimiento ideológico y resistir los proyectiles almibarados de la burguesía, se hacia imprescindible leerse tres pequeñas obras; "Vivir como El, la historia de Nguyen Van Troi"; "Al pie del patíbulo" de Julies Fucik y " En memoria a Norman Bethune" de Mao Tse Tung.
Nguyen Van Troi fue hijo de unos campesinos vietnamitas, electricista de profesión, que fue apresado y fusilado en 1964 por sus actividades patrióticas, retumbando a través del tiempo su frase antes de morir; "Larga vida a Vietnam". Norman Bethune fue un médico, cirujano canadiense, miembro del Partido Comunista de ese país, que fue como voluntario a China cuando esa Nación fue invadida por Japón, donde realizó una labor de ayuda y servicio al pueblo chino en esas circunstancias, siendo tal su amor y desprendimiento por su labor altruista, que se olvidó de sí mismo y murió por una pequeña infección que luego se convirtió en una infección mortal. En cambio Julius Fucik fue un periodista checolovasco, miembro del Partido Comunista, que fue apresado por la Gestapo y luego fusilado en Berlín, logrando escribir en la prisión a pesar de las torturas y chantajes su libro al pie del patíbulo, el cual luego fue publicado en 70 idiomas, recibiendo en 1950, a título póstumo, el premio internacional de la paz.
Que tiempos aquellos, donde los momentos libres eran aprovechados para participar en el fortalecimiento y desarrollo de los clubes culturales y en llevar un mensaje progresistas y de avanzada a través de los grupos de poesía coreada. Todavía recuerdo a mis 15 años, la interpretación en foros comunitarios y estudiantiles, de la obra de Pedro Mir; " Hay un país en el mundo".
Que tiempos aquellos, donde antes de cumplir los 20 años, era necesario para mantenerse actualizado y participar de los debates en los diversos foros estudiantiles y barriales, haberse leído el capital de Marx, el manifiesto del partido comunista, el origen de la familia, la propiedad privada y el estado, de Engels; Conceptos elementales del materialismo histórico de la chilena Marta Harnecquer; así como "Principios elementales de filosofía" de Grorges Pulitzer. Era vital también haber leído "Educación y lucha de clases" de Aníbal Ponce, aquel que dijo la frase inmortal, "De que quien no es capaz de defender con la vida su opinión no merece escribir".
Habían otros libros obligatorios para graduarse de polemista de primera, como eran "Los diez días que estremecieron el mundo" de John Reed, sobre la revolución soviética de octubre de 1917; "La Nueva democracia y las cinco tesis filosóficas del comandante Mao; "El Estado y la revolución" de Stalin; Así como, "Que hacer?", "Un paso hacia adelante y dos pasos hacia atrás", y el "Imperialismo fase superior del capitalismo", de Vladimir Ulianov Lenin.
Que tiempos aquellos, donde para escribir para un periódico clandestino o clubístico, teníamos que hacerlo a mano o en una vieja maquina de escribir. Ahora todo es tecnológico, la modernidad ha cambiado totalmente la mentalidad de las nuevas generaciones, con un celular e internet todo está resuelto. Por ejemplo y sin poder sustraerme de esta realidad, en estos momentos escribo estas líneas en mi celular, para enviarla en unos segundos a la redacción de Costa Verde para su publicación.
Que tiempos aquellos.