Anoche soñé que este país hacía frontera con Dinamarca. Y que Dinamarca era un país muy pobre, donde la gente sólo tenía desesperación, abandono, olvido e incertidumbre. Y que los habitantes de Dinamarca poblaban como jornaleros nuestras tierras labrantías. Y debo decir, para complacencia de los racistas que alientan el “gran problema fronterizo”, que todo era bien lindo. Infiero de mi sueño una solución al caso: mandar a los haitianos o irnos nosotros para Dinamarca, o traer a los daneses para esta isla. Que los daneses, escojan. (Creo que el único problema práctico a resolver sería convencerlos de que mudarnos de país nos conviene a los tres).
 
                        
                        
                        
                    

 
 


