El presidente Danilo Medina debería ser el mas interesado en aclarar todas las anomalías (que yo insisto en llamar fraude) que se presentaron en el pasado proceso electoral, sobretodo después que Luis Abinader admitió que la reelección había sacado mas del 50% de los votos y el gobierno norteamericano, vía su embajada en el país, lo felicitó por su triunfo.
Aunque el candidato opositor admitió su derrota, aclaró que no fue en la proporción en que lo señala el último boletín de la Junta Central Electoral, que según ésta fue de 61.74% contra 34.98%.
El silencio guardado por el Presidente Medina lo hace partícipe, además de principal beneficiario del mismo. Fueron estas irregularidades, denunciadas y demostradas, con las que el PLD obtuvo la mayoría absoluta en el congreso.
El PLD podrá reformar nuevamente la constitución y facilitar una nueva reelección, sin necesidad de tener que negociar con otras fuerzas, solo exclusivamente con las internas. Además, seguirá manteniendo el control de la Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral, la Corte Constitucional y la Suprema Corte de Justicia, con lo que continuará repartiendo impunidad, engavetando expedientes y posponiendo la verdadera lucha contra la corrupción.
La reelección no solamente quería ganarle a Luis Abinader, también al porcentaje que en elecciones anteriores habían sacado Leonel Fernández y Don Juan Bosch, como si se quisiera obtener la fuerza “moral” para imponer lo que sea.
En las condiciones en las que se celebraron las elecciones de este año resultará muy difícil vencer al estado y, lo peor aún, que este acepte su derrota. Es mucho lo que tienen que perder los funcionarios si de repente se ven fuera del poder y del control de la Justicia.
Todo seguirá igual, excepto la remoción de algunos funcionarios. El gobierno que iniciará el próximo 16 de agosto no estará exento de crisis: la subida de los precios del petróleo y los déficits presupuestarios aquietarán la política clientelar, aunque siempre tendrá el recurso de seguir endeudándonos para pagar nominas y nominillas.
Una nueva e injusta reforma fiscal, ya anunciada en la campaña, seguramente nos obligará a pagar mas impuestos y a seguir subsidiando el dispendio de recursos públicos, ya señalado por el Foro Económico Mundial.
Pronto explotará el caso de PETROBRAS y la corrupción en el financiamiento de las obras que construyó ODEBRECHT en las administraciones del PLD, así como el caso de la compra de los aviones Tucanos, en proceso de investigación por la justicia norteamericana.
Las mismas encuestas que dieron ganador al Presidente con un margen de 60 a 30, manifestaron el descontento de la población por la falta de oportunidades y empleo. No hay razón para pensar que una nueva administración de Medina será diferente.
Cualquiera de estos elementos puede desatar una crisis con riesgos de violencia política, potenciados por la gran cantidad de armas que circulan en este país, algunas repartidas a su militancia por el propio PLD, que en una economía dependiente del turismo puede resultar catastrófico.
Ojalá el gobierno recupere la visión, se cure la sordera, y recobre el habla para anunciar programas que verdaderamente beneficien a la mayoría. Hace rato que debimos haber entendido la situación y apretado el cinturón.