En días pasados, leyendo una crónica histórica, me encontré con esta vieja foto de niños vendiendo pan a caballo, en las clásicas barricas y trajo a mi memoria un cuadro similar visto muchas veces por mi en los campos de Río San Juan, cuando acompañaba a mi padre a titulo de mochilero recolector cuando el salía al campo a ver sus enfermos.
La mayoría de estos vendedores ambulantes procedían de Gaspar Hernández, hasta que Don Félix Reyes, a quien llamo el padre de la producción de pan y chocolate en Río San Juan, instaló su panadería en una casa ubicada en la calle 30 de marzo, detrás de la casa de Don Pedro Melo y frente a la casa de Ana Dilia y Luis Tejada.
Allí elaboraba mayormente el pan sobado o brillado, porque esta modalidad tardaba más en envejecer y esto le permitía a los vendedores tener más tiempo para vender el pan.
Producía también Don Félix el tradicional chocolate en tabletas que se empacaba en número de 10 tabletas y en las pulperías – hoy colmados – se vendía a dos centavos la tabla.
Tostaba Don Félix el cacao en el mismo horno donde horneaba el pan, se trituraba en un gran pilón de madera, se le agregaba azúcar y esta mezcla se esparcía sobre unas tablas que tenían ya previamente las cuadriculas que servían de molde a cada tabla y manualmente se envolvía cada tableta en papel encerado.
Con estos dos productos – pan y chocolate – salía al campo el vendedor, posiblemente pernoctando en algunos lugares, pues era imposible visitar y vender en Bobita, Puerca Gorda y El Morrito en un solo día.
El vendedor en el pueblo era un señor alto y conversador de nombre Leocadio, que iba casa por casa ofertando el pan que llevaba siempre en una caja de cartón.
Como panadero al servicio de Don Félix, recuerdo a Fabián Hidalgo (Pacito) y un joven que emigró a Estados Unidos y que apodaban Lindo.
Eran también ayudantes los hijos de Don Felix: Querubín y Modesto.
Recuerdo siendo niño, mi padre me enviaba a la panadería con el siguiente encargo: “a Felix Reyes que te despache 50 centavos de pan” .
En esa época no existían las fundas plásticas, pero en casa teníamos una vieja funda de almohada que usábamos como envoltorio.
El precio del pan era 4 panes por 5 centavos, es decir que con 50 centavos traía la funda llena.
Con el paso de los años entregó Don Félix la panadería a Don Pedro Melo que era el dueño del local y allí vivió Juancito Canaán y su familia, con la casa ya reformada.
Mudó Don Félix su panadería a un nuevo local en la calle Virgilio García, hasta que la edad y la enfermedad venció a aquel gran luchador infatigable.
Además de sus virtudes de hombre honesto y trabajador, fue Don Félix un gran maestro en el juego de dómino, cuyas jugadas y técnicas, todavía perduran y son imitadas por sus discípulos.
Un día pregunté a mi hermano Fune – buen jugador de dómino -, a quién él consideraba el mejor jugador de dómino de todos los tiempos, y sin pensarlo dos veces ni tartamudear, me respondió: Don Félix Reyes .
En ocasiones cuando visitaba el pueblo, lo vi jugar con Loquillo de frente y aquello era todo un espectáculo.
Recuerdo algunas de sus expresiones: “Pasando, nomas ganan los barqueros”,
“El que tiene mucha de una, tiene poca de otra”, “El único que hace ficha es Alejandro Caraballo”. “Pensar y jugar rápido son las únicas señas permitidas en el dómino”.
Al aumentar la población, también se abrieron nuevas panaderías de las cuales recuerdo la de Silvano Alonzo, ubicada en la calle Duarte, frente al hotel Río San Juan.
Silvano era el propietario pero no era panadero. Esta labor la desempeñaba el maestro Fabián Hidalgo (Pacito) discípulo de Félix Reyes.
Desde su fundación, exigieron en Río San Juan los pequeños negocios artesanales que llamábamos " hornos".
Allí se elaboraba pan dulce que llamábamos bombones, conconetes y hojaldres.
De estos negocios recuerdo el de Doña Negrita, en la Padre Billini al lado de los Holguin. El Doña Caró Balbuena de Méndez en la calle Sanchez , al frente de los Fernández y los bombones de Doña Fia, esposa de Pedro Fricá y abuela del músico Paquito Bonilla, ubicada en la calle Sánchez, al lado del Dr, Bencosme y donde luego vivieron los Alonzo Escaño.
En una época posterior, surgió un nuevo panadero/ repostero, el inolvidable Juanito Suero, célebre por su bizcocho, su conconete y otras delicias, todas elaboradas con el toque experto de su esposa, Agripina Vásquez de Suero, cuyas creaciones disfrutamos tanto en nuestra vida adulta.
Dr Perozo,a honor y honra la que hacia los bizcochos,conconetes y demas delicias para vender,era Agripina Vasquez de Suero,esposa de Juanito Suero.
Son lindos recuerdos