SANTO DOMINGO.- Hace seis meses, cuando el techo de la discoteca Jet Set colapsó, la vida cambió para más de 200 familias dominicanas. Hoy quedan en el lugar los escombros y la huella de esa tragedia, marcada por dolor, recuerdos imborrables y la búsqueda de justicia.
Ramona Mercedes Patricia perdió a su hija de 23 años, y hoy cada día su vida es un desafío. “Mi vida ha cambiado totalmente. Se me fue un pedazo de mí. Ella vino a Santo Domingo a estudiar y a trabajar. Su graduación era el 24 de junio”, dijo entre Lágrimas.
Nelson Sánchez, perdió a su hija Neifi Sánchez que deja atrás un bebé en la orfandad. «Más nunca he sido la misma persona después que mi hija murió», detalla.
La huella de los sobrevivientes
La tragedia del Jet Set también dejó cicatrices profundas en quienes lograron sobrevivir. Patricia Ovalles, atrapada durante siete horas bajo los escombros, revive el horror.
“Eran 26 y fallecieron 12. Sobreviví con muchos recuerdos muy malos. El proceso ahí adentro fue muy difícil porque había mucha gente llorando, estaba llena de muertos encima”, relató, al recordar el colapso que acabó con la vida de 12 integrantes del grupo Los Dorados de Haina.
Ana María Ramírez es otra sobreviviente, relata cómo los gritos de quienes fallecieron quedaron grabados para siempre:
«Ha sido todo muy difícil porque tengo muchos recuerdos, yo nunca perdí el conocimiento. Recuerdo los gritos de las personas, recuerdo los gritos apagarse y yo sabiendo que el apagarse significaba que ellos iban pereciendo«, dice.
A pesar de las consecuencias físicas, lo más difícil ha sido la perdida de su amiga, Pierima Noguera, de nacionalidad venezolana. «Ella ya no está y es una perdida muy importante. Una mujer joven, madre, hija, buena amiga… y que murió por la avaricia de los dueños de este lugar que no lo cerraron y no nos evacuaron en el momento preciso», señaló.
Al último momento decidió no ir al Jet Set
El caso también dejó historias de casi milagro. Héctor Rincón, presidente del grupo “Los Haineros”, decidió no asistir a la fiesta donde 12 de sus miembros murieron:
“Eso para nosotros fue durísimo y ha calado profundo. Los 17 que quedaron vivos tienen secuelas permanentes.”
Seis meses después: la zona cero
Hoy, solo quedan las ruinas del Jet Set, flores marchitas, velones y un mural en homenaje a Rubby Pérez. Como cada mes, familiares y amigos se reunieron bajo una carpa para una misa en honor a las víctimas, oficiada por el padre Rogelio Cruz, quien aseguró:
“Los que murieron, han querido dejarlos en el olvido… ha faltado la práctica de la justicia, esa que llega a las últimas dimensiones. El dolor sigue igual en la gente. Es algo que no se puede borrar, es algo que sigue permanente.”