Los “dirigentes” anquilosados y enquistados en la dirección se ven confrontados por una militancia harta de ver cómo los de arriba se enriquecen vulgar, ilegal y abusivamente, mientras el partido llano, el hombre y la mujer de a pie, ese pueblo se dio cuenta, poco a poco, de que todo lo que se decía era el discurso de un prestidigitador, de un quiromántico quien, con la caradura del sinvergüenza, quiere seguir narigoneando al PLD.
De todos los puntos cardinales, y en el centro, surgen protestas, denuncias de ilegalidades, quejas de trastrueques de mesas electorales y de listas de votantes desaparecidas o enviadas a otras jurisdicciones.
El envilecimiento comienza lento, pero se acelera y confunde a los envilecidos al punto de que ven como naturales las trampas y vagabunderías que realizan contra los demás, olvidando que son los demás de los demás.
El lío ha calado tan hondo que el propio Secretario General del Partido de la Liberación Dominicana, Reynaldo Pared Pérez, se atreve a acusar a dirigentes de su propia organización de que quieren provocar que el PLD pierda las elecciones porque denuncian las trampas e imposiciones a las que los quieren obligar.
En el Partido de la Liberación Dominicana se soltó un toro de Miura, saltó la barda y decidió desquitarse de tantos puyones, tantas banderillas, tantas zancadillas, de tanta obediencia que contuvo el potro de la corrupción hasta que se rompió el cántaro de tanto ir al pozo. La crisis está en su punto más alto e involucra a muchos altos dirigentes y a familiares cercanos de ellos.
Las denuncias han sido documentadas y la alta dirigencia del PLD tiene que darle salida legal, estatutaria y humana, puesto que no se trata de una denuncia aislada.
En medio de tal situación al Candidato Presidencial Danilo Medina lo que se le ocurre es salir por la tangente y pedir que el pueblo sueñe más alto, como si no fueran su responsabilidad el costo de los medicamentos, de los alimentos, la falta de calidad de la enseñanza, el desorden nacional, el macuteo de empleados públicos de todos los niveles, y paro de contar.
Juan Bosch los tenía contenidos con su prédica, hasta que cuando llegaron a la cueva de Ali Babá dieron paso a su vocación de convertirse en más de cuarenta ladrones. Que los peledeístas de abajo den el ejemplo y limpien al partido de la carroña que lo dirige.
Esas trampas y triquiñuelas las practicaron en la campaña del 2012, las engrasan hoy para intentar aplicarlas este año, de nuevo, amparados en la fuerza armada y policial. ¿Lo vamos a permitir?