Escudriñando en mis libros me encontré con la historia del “El árbol confundido”, adaptada por mi querida profesora la Licda. Jovanny H. Ortega; Había una vez un lugar que podía ser cualquier lugar, en un tiempo que podía ser cualquier tiempo, un jardín con mangos, naranjos, tamarindos, y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos
Todo era alegría en el jardín excepto por un árbol que estaba profundamente triste. El pobre tenía un problema: “No sabía quién era”.
_”Lo que te falta es concentración dijo el mango; si realmente lo intentas podrás tener sabrosos mandos ¿ves que fácil es?
_”No le hagas caso” – intervino el rosal -. Es más sencillo tener rosas ¿ves que bellas son?
El árbol desesperado intentaba todo lo que le sugerían, como no lograba ser como los demás se sentía cada vez más frustrado.
Un día hasta el jardín la paloma, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol exclamó: _ “No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas”. Se ti mismo, conócete y para lograrlo escucha tu voz interior.
Dicho esta la paloma desapareció.
_ ¿Mi voz interior…? ¿Ser yo Mismo?
_ ¿Conocerme? Se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto comprendió…
Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: “Tú jamás darás mangos, porque no eres un mango, ni florecerás cada primavera porque no tú no eres un rosal. Eres un Roble, y tu destino es ser grande y majestuoso. Dar Cobija a las aves, sombra a los viajeros, Belleza al paisaje… tienes una misión, Cúmplela”.
Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.
Yo me pregunto al ver a mi alrededor. ¿Cuántos serán robles que no se permiten a sí mismo crecer? ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas?
En la vida, todos tenemos un espacio que llenar y nuestro compromiso es descubrirlo, una vez así debemos ocupar nuestro lugar y trabajar con amor cada día de nuestras vidas; Olvidemos todas aquellas opiniones de los demás que solo nos confunden y no nos ayudan a ser lo que debemos ser.
Que no nos pase como el árbol que intentaba ser algo, para lo cual no fue creado, errando en el intento y aumentando su nivel de frustración; Busquemos en nuestro interior aquella voz que no ha de guiar por el camino correcto y echemos a un lado el ser lo que los demás quieren que tú seas, es tiempo de buscar para que estas destinado ser.
Que nuestros oídos sean sordos, cuando los demás nos digan que debemos ser; Es nuestro trabajo descubrirlo, pero no de una forma rápida, más bien lento pero con pasos agigantados, preocupémonos por ser seres de luz en medio de la tiniebla y que los demás vean en nosotros el ejemplo que quieran seguir.
Busquemos nuestra fuerza, nuestra seguridad y dispongámonos a ser grandes y majestuosos, pero siendo lo que debamos ser, no lo que los demás quieren que seas.