Cuando los neoyorquinos vemos algunas ratas entre los rieles del subway, sabemos que hay miles escondidas en múltiples madrigueras.
Aplicar ese conocimiento al sistema político, ojalá la sociedad protectora de animales me perdone por la comparación, veremos algo preocupante.
El ex presidente Donald Trump, aspirante presidencial republicano, enfrenta múltiples cargos criminales. El congresista republicano, travesti George Santos enfrenta cargos criminales. Congresistas republicanos dicen que el presidente Joe Biden, como vicepresidente de Barack Obama, recibió varios millones en sobornos de China, Ucrania y otros países, cobrando por favores políticos.
Clearence Thomas, el derechista primer juez negro de la Suprema Corte de Justicia, aceptó miles de dólares de un “amigo billonario”. “Coincidencialmente” ese “amigo billonario” tiene casos ante la corte. Sabido es, cuando comen el blanco y el negro algo que debe el blanco, o es del negro la comida.
Estos son los “conocidos” hay miles desconocidos, como Thomas, muchos funcionarios tienen “amigos billonarios” que los “quieren mucho”.
No son “casos aislados”, el sistema está corrompido, decadente.
La razón por la que se mantienen es sencilla, la explicó José Martí, cuando dijo que en política hay “cosas que se ven, y cosas que no se ven”. Las invisibles son mas poderosas.
Los partidos degeneraron en madrigueras escondiendo políticos corruptos, que apoyan a los que ahora son públicamente cuestionados.
El gobierno y la nación, están divididas, el Departamento de Justicia, demócratas, investiga a Trump, el Congreso, republicanos, investiga a Biden.
La clase política se reduce a cobrarnos impuestos para financiar sus sueldos y el aparato estatal, que está al servicio de los intereses corporativos.
Demócratas y republicanos se “unifican”, por instrucciones corporativas, y apoyan financiar la guerrra de Ucrania, transfiriendo sumas alucinantes a industria armamentista.
Era un gobierno “del pueblo para el pueblo”, ahora es un gobierno de corporaciones, para corporaciones, la corporatocracia suplantó la democracia.
Si el octogenario, frágil y cuestionado presidente Biden es “la mejor opción para el futuro”, no tenemos futuro.