Iniciando el 2011, un vendedor callejero protestó la opresión gubernamental prendiéndose fuego frente a una alcaldía en Túnez.
Ese fósforo encendió la Primavera Árabe, los Indignados de Madrid, Grecia, y Occupy Wall Street, esos “izquierdistas inconformes”, no se sienten “representados” por sus políticos, tomaron las calles.
Los ultraderechistas que asaltaron el Congreso estadounidense hace un año, tampoco creían que sus “representantes políticos” los representaban adecuadamente.
Una protesta de camioneros canadienses contra la vacuna obligatoria, paralizó el comercio entre Canadá y los Estados Unidos; ahora también protestan contra el multiculturalismo y la inmigración.
Ese movimiento ultraderechista se esparce por el mundo; ultraderechistas estadounidenses, franceses, austriacos, alemanes, australianos y neozelandeses también protestan.
La democracia “representativa” permitió que “representantes” políticos, sindicales, y corporativos, monopolicen plata y poder, por eso, izquierdistas y derechistas tomaron las calles contra “el enemigo”, sus “representantes” centristas.
Con izquierdistas y derechistas indignados, asistimos al colapso del centrismo.
El modelo “representativo” fracasó porque los “representantes” se convirtieron en una clase parasitaria extremadamente rica, influyente, decisiva, poderosa.
Y no solo son los políticos que llegan al gobierno descalzos y salen con helicópteros y villas. También se ve a todos los niveles de la economía, los intermediarios ganan más plata que los productores.
Eso explica la existencia de políticos mucho más ricos que los empresarios que financiaron sus campañas electorales originales.
Le quitan mucho dinero a los ricos (impuestos) para servirle a los pobres, pero poco dinero baja, porque la corrupción es mucho más fuerte que la gravedad.
Son políticos transformados, de Robín Hood a rateros vulgares
A nivel privado, los accionistas ponen plata y los trabajadores generan riquezas, pero ganan muchísimo menos que los intermediarios entre ellos: los ejecutivos corporativos.
Ante el colapso de la democracia “representativa” es urgente iniciar experimentos en materia de democracia directa y participativa.