
La presencia de Tomasa resulta pictórica de un ambiente costumbrista, y otras veces resulta sufrible verle en su vaivén como vagando a diario en su mundo casi desconocido pero al mismo tiempo rutinario, dándonos a entender que su razón se quedó en un pedazo del tiempo, y que en su futuro, que es el ahora de “los que tienen razón”, sus palabras casi estereotipadas hacen reflexionar.
Hablar con Tomasa (para mi Doña Tomasa) resulta agradable, no por sus ocurrencias, sino por las enseñanzas, que en sus oraciones (algunas veces discordantes) están las palabras que definen a un mundo irracional sumido en el consumismo, perdido en la ambición y el pecado.
Doña Tomasa, sólo necesita dinero cuando tiene que comprar algo que le urge, y si usted se lo ofrece en el momento que no va a comprar, le dice que no lo necesita respondiendo: “¿pa´qué quiero yo cuaito?, eso no se come”.
Siente que es parte de la Iglesia y profesa su fe y devoción a la Virgen María, y en sus palabras nos deja dicho su preocupación emocional, pues expresa: “La virgen tiene un hijo y antonces nadie lo quiere”. En su discurrir hace referencia al entorno familiar diciendo que: “a los hombre y a la mujere lo que le guta e ……y lo cuaito”.
Cuando usted está frente Doña Tomasa, está frente a una mujer con el alma limpia, con un corazón inocente, está frente a una mujer importante. Valoremos su presencia, respetemos su actitud, cuidemos su integridad física, cuando la saludamos ella se siente muy bien y cuando siente que uno lo hace con respeto, ella hace sentir a uno muy importante. Doña Tomasa, es una de las tantas gentes nuestras desapercibidas.