La Maestra: “Inquietudes de la Memoria”
El primer caserío de lo que hoy es Río San Juan, estaba situado próximo a la desembocadura del río San Juan. Con nostalgia recordamos la belleza de ese lugar lleno de árboles frondosos que servían de protección a dicho caserío en el que habitaban: Florián Acosta, Negro Matías, Francisco Pappaterra (propietario de la factoría y fábrica de hielo), Nicanor Estévez y Doña Ana, Juana Arias de José, Merenciana de Monegro, Felipón Bonilla y Tomasa Frómeta entre otras.
“PLAYA ABAJO”
Impresionante y bella “Playa Abajo” ¡Cuánto te añoro y cuánto extraño tu arena gris! ¿Dónde quedó tu espléndida belleza, tus almendros frondosos y lindo caserío? Te dejaste atrapar por el mar que abusando de ti te cubre hoy de espuma; pero de espuma sucia y ensuciada por las porquerías producto de pocilgas inmundas que dan nauseas al verlas.
¿Qué ha pasado contigo mi bella “Playa Abajo”? ¿Por qué no te revelas? ¿Es acaso que el mar te lo prohíbe? ¿o acaso te acostumbraste a su abuso continuo resignándote a ser sólo el recuerdo que yo guardo en mi alma y se hace realidad cuando sueño contigo?
El Alumno (Hoy Sacerdote): “Intentando dar respuestas”
Los recuerdos son tristes, pero son buenos. El natural combate se dejó palpar ¡tan temprano! Que hacen de nuestros vivos recuerdos tragedias tempranas, pesadillas y tormentos.
El río “San Juan” borracho bravío bajaba penetrante y desafiante hiriendo con rebeldía al océano ¡Aquellos tiempos de lluvias torrenciales! Se inundaban las ciénagas y manglares que desahogaban sus ansias por la boquita hacia donde corrían muchachos y muchachitas de pies descalzos y disfrutaban el placer de sentir la arena deshacerse bajo sus pies desnudos junto a las espumas que en la orilla dejaban las borracheras de aquel torrente.
El pueblito de la Boca era entonces juguetón y entretenido a pesar de la tiranía ¿cuál miedo? ¡todos… casi todos éramos trujillistas!
El natural combate presagiaba lo que hoy no debiera ser: Combate de brazas apagadas. Río San Juan creciendo en ingenuidad no se preparaba en pronta identidad para encarar los estragos: Favorecía el empeño oceánico extrayendo arena gris y salada sin control y, perviviendo inconsciente: igual favorecíamos a Trujillo, favorecimos al océano invasor.
Llegó la carretera y con ella el previsto y deseado turismo. Avalancha de gente. Corrientes de enérgica ambición. ¡Cómo duele el crecimiento cancerígeno! ¿Se crece? Sí, en desorden. Sin control. Sin sabor a pueblo consciente y ordenado que sepa de dónde viene (somos hijos del natural combate) y sepa hacia dónde va: Un mundo mejor.
Pero… nos dejamos llevar hacia donde los intereses y los interesados quieren: La destrucción. Mientras los aires y oleajes oceánicos llegan, traen contaminación y llevan riquezas dejándonos esqueléticas playas que moran en nuestro recuerdo como pasadizo a un futuro mejor. Futuro que no llegará mientras el río sanjuanero no comprenda su esencia: Debió ser hijo del natural combate por la justicia, soberana solidaridad y jovial amor; y mientras vaya desviviéndose así mismo en triviales goces, pretendidas riquezas que a otros legas, quedándonos sin bienes y perdiendo el honor.