Cuando Trump ganó la presidencia en Estados Unidos en el 2016, el mundo quedó conmocionado por ese inesperado acontecimiento. En ese momento entendí que las cosas habían cambiado, ya que los valores pasaron a ser secundarios, ante un populismo, sustentado en la más abyecta de las aberraciones humanas.
Pero debo confesar que jamás creí que el cambio que ha sufrido el mundo, tenía las connotaciones que estoy observando, con el respaldo, de mujeres, negros, migrantes, latinos y otras minorías, hacia el fabulador Donald Trump. En ciertos casos hasta me siento avergonzado, que personas vinculadas afectivamente, respalden con orgullo a ese estrafalario personaje.
Los resultados electorales del 2016, puedo decir que hasta cierto punto lo llegué a aceptar como un error histórico, parecido al de Alemania, con relación al monstruo de Adolfo Hitler, o de Venezuela con Chávez. Los países pueden equivocarse una vez, como les pasó a Nicaragua con Ortega y otras decenas de populistas que después de asumir el poder, han mostrado su real naturaleza fascista y dictatorial.
Lo que realizó Trump después de su derrota electoral en el 2020, es algo nunca vista en la vida democrática de Estados Unidos, al desconocer los resultados electorales. Llegando al extremo de incitar a fanáticos lunáticos, a asaltar el Capitolio, provocando un caos de una magnitud tal, que dejó muertes, heridos y traumas que luego terminaron en suicidios de muchos policías.
Donald Trump abrazado de su arrogancia, narcisismo y visión tiránica, provocó una situación, que en Estados Unidos no se vivían desde la guerra civil. Por el ambiente fanatizado predominante, ese día pudo pasar cualquier cosa, lo cual no ocurrió por la actitud sensata del vicepresidente y otros legisladores republicanos, que decidieron poner su país en primer plano, ante el delirio de un loco maniático y sin sentido de la historia.
Eso ocurrió hace 4 años y después del acontecimiento, la actitud de Trump ha sido peor, de seguir desafiando toda norma o regla, de promover el odio, los sentimientos vengativos y fanatizar sus hordas con la teoría de la conspiración. Este hombre sigue siendo un real peligro para Estados Unidos y el mundo, logrando con sus historias mitómanas, dividir la sociedad norteamericana.
Otra confesión que voy a hacer es que entiendo a los blancos de las zonas rurales y con menos niveles de escolaridad, que apoyen a Trump, porque el racismo lo llevan en la sangre. También acepto como normal que los grupos fanáticos, seguidores de la teoría de la conspiración también lo hagan, ya que estas sectas tienen la capacidad de distorsionar la realidad, penetrar la mente de incautos, logrando que estos, toda acción social o política, la vean como una conspiración con fines apocalípticos.
Pero lo que me resulta triste y lastimoso, es ver mujeres apoyando a un misógino, que siempre se ha referido a ellas de manera despectiva. Mas de 20 mujeres lo han acusado de abuso sexual y si revisamos con parcialidad sus declaraciones, conversaciones y vídeos, el tiempo no nos dará para leer tantos mensajes de agresión y burla hacia el sector femenino.
También me resulta penoso observar a migrantes apoyando al magnate evasor, cuando se ha pasado la vida denotándolos y agrediéndolos verbalmente. Pero todavía es más triste ver dominicanos con esa actitud, cuando en una ocasión, nos dijo que éramos hediondos, que República Dominicana era buena en el béisbol, pero que el hedor de los estadios era terrible.
No es entendible a mi modo de ver, como negros apoyan a un racista depravado y miembros de la comunidad LGTB, siguen a un homófobo que se burla de ellos. Algo está pasando que lleva a personas religiosas que claman por el amor a sus semejantes, convertirse en fanáticos del anti-cristo, del que su filosofía es el odio, en contraposición al amor que ellos levantan como bandera.
Lo que está pasando con Trump es parecido a lo que pasó con Hitler, donde grandes intelectuales se pusieron a su servicio, convirtiéndose en fanáticos fascistas. Su fanatismo era tal que apoyaron el asesinado de 6 millones de judíos, sólo por aceptar como correcto la historia de la raza pura establecida por el hitlerismo. A eso sencillamente, es que lleva el odio y el fanatismo.
Donald Trump es un peligro para todos, por lo que esperamos prevalezca la razón sobre el odio y los sentimientos oscuros el próximo 5 de noviembre. La libertad y el respeto a los derechos humanos es un valor universal e innegociable, siendo parte fundamental del sueño americano.
Reconozco, que así como hay muchos fanáticos y defensores enfermos de la teoría de la conspiración que siguen a Trump, también hay personas confundidas, que no han logrado poner su mente clara, en relación a los preceptos fundamentales de la vida, sin poder distinguir con claridad el bien del mal.
A esos que marchan por el sendero equivocado, les pido reflexionar desde el alma, colocándose al lado de la historia, pero si por una u otra razón no logran despertar a tiempo, sólo les diré.
Que Dios los perdone y ojalá la historia los absuelva.