Hace unos días tuve la oportunidad de conversar con un prestigioso periodista de este país, entre una taza de café y un buen ambiente hablamos los siguiente que quiero compartir con ustedes.
Para los periodistas, la verdad se convierte en ese objetivo que buscamos develar para que la sociedad a la que nos debemos conozca todo lo que ocurre a su alrededor y las personas puedan formar su propia opinión sobre cierto asunto de interés público. Por tal motivo, el periodismo es un oficio no sólo muy importante para la sociedad, sino también muy exigente, que no merece ser practicado por quienes no están dispuestos a respetar la ética profesional.
El periodista es un contralor social. Sobre sus hombros recae la responsabilidad de sacar a la luz pública todas aquellas informaciones que tengan significación para la opinión pública, sin embargo, esta condición de contralor no significa que quien ejerza el periodismo tiene la potestad de asumir una posición ante los hechos que está relatando; hábito que algunos ponen en práctica sin tomar en cuenta que la subjetividad que nos caracteriza como seres humanos debe quedar de lado al momento de construir ese producto periodístico con el que se dará a conocer una situación de importancia para el público.
En esa búsqueda de la verdad, el buen periodista pone en práctica una serie de hábitos que, bien utilizados, lo llevarán a lograr el objetivo de una forma ética y responsable en la que su nombre seguramente quedará muy bien parado.
Entre esos buenos hábitos se encuentra la corroboración de la información a través de múltiples fuentes. Si al periodista le llega una información reveladora que puede significar el éxito de su reportaje, aunque ésta le sea dada con la condición de confidencialidad, es deber del periodista corroborar dicha información a través de otros medios como cifras, otros testimonios, entes públicos, etc. Lo importante es no dejarse llevar por la emoción de la primicia y confirmar que esa información que se dará es cierta, ya que si no lo es se podrían generar consecuencias negativas para todas las personas afectadas por esa afirmación.
Otro hábito que todo buen periodista debe poner en práctica es la tolerancia. Si bien es cierto que todos tenemos opiniones e ideales diferentes, el periodista como servidor público tiene que procurar que todas las partes involucradas en un hecho puedan expresarse. Si no se está de acuerdo con las políticas implantadas por algún gobierno, esto no significa que al momento de dar una información referente a éste, el periodista solo busque la versión de quienes, como él, no apoyan a ese gobierno. Actitudes como éstas solo generan desconfianza y división entre los miembros de la sociedad.
Ryszard Kapuscinski, famoso periodista quien a lo largo de su carrera cubrió conflictos armados en diferentes partes del mundo, decía que “para ser periodista hay que ser buena persona ante todo”. Ambas son aptitudes con las que no se nacen y las cuales son difíciles de adquirir, sin embargo, como todo hábito, solo hace falta querer hacer algo bueno por nuestros pueblos para que comencemos a ser personas de bien que hacen su trabajo correctamente sin dejarse llevar por las mieles del reconocimiento público. Eso es lo que hace a un buen periodista.