Como de costumbre desde que sale una novela del escritor Paulo Cohelo, en este caso la novela titulada "LA ESPÍA", me dirijo a la Librería Cuesta para adquirirla. Junto a Osho es mi escritor favorito y en mi pequeña librería posan todas sus obras. Invito a todos a leer éste ejemplar que narra la vida de la enigmática Mata Haría, quien fue ejecutada por el gobierno francés, acusada de espionaje durante la primera guerra mundial.
Mata Haría antes de morir escribió en la cárcel unas notas de lo que constituyen lo que es la base de ésta novela. En esas notas un poco antes de ser ejecutada dijo lo siguiente. "No sé si el futuro se acordará de mi pero, en caso de que eso suceda, que jamás me vean como una víctima, sino como alguien que dio pasos con coraje y pagó sin miedo el precio que debía pagar."
Cuando voy a comprar un libro tengo la costumbre de durar un par de horas en la Librería, donde por mis manos pasan muchas obras, que aunque no las compre las reviso y leo algunos capítulos, así fue como me encontré con un libro que aunque no lo adquirí no me acuerdo del nombre ni de la autora, pero me encontré con una carta que me llamó la atención, la cual le tiré una foto con el celular. La voy a compartir con ustedes por el mensaje que tiene, principalmente para las madres y también para los papas.
"MI querida hija: Llevo un rato observando el suave ritmo de tu respiración mientras duermes. Contemplo tus ojos cerrados, el pacífico de tu rostro. Hace unos minutos, sentada frente a mis papeles, he sentido una creciente tristeza al revisar la jornada de hoy. No he logrado concentrarme por más tiempo en el trabajo; de modo que aquí me tienes, hablando contigo en silencio, despacio, mientras descansas.
Por la mañana te he regañado porque consideré que te vestías con lentitud, Luego, en el desayuno, te llamé torpe al ver los cereales desparramados, que recogí entre bufido. Cuando abrías la puerta para salir al colegio, te he despedido con un beso fugaz mientras te reprochaba ni saber cómo se mira un reloj. Tú me has sonreído dócilmente y me has dicho:
Adiós, mamá.
Por la tarde, mientras hacías ruido jugando con tus muñecos, impaciente te he pedido que dejases de hacer ruido y te he ordenado con tono de sargento:
Haz los deberes ahora mismo y deja de perder el tiempo. Por la noche yo continuaba ocupada con mi teléfono y te has acercado con paso vacilante.
-Mamá- me has llamado.
¡Que pasa ahora! — resople creyéndome una víctima importante.
–Leemos un cuento?
¡Estoy trabajando!
Al verte inmóvil, junto a mí, he destruido el rescoldo de tus esperanzas diciéndote abruptamente :
–Tu cuarto continúa desordenado. ¿Cuantas veces tengo que decírtelo? ¡Vete a recogerlo ahora mismo!.
Te alejaste cabizbaja hacia tu habitación, Al cabo de un rato has asomado la cabeza por la puerta.
¡ Sigues aquí —– espete enfadada.
Tú, sin decir palabra, te has acercado y, echándome los brazos al cuello, me has besado en la mejilla.
—-¿Por qué me gritas tanto con lo que yo te quiero? — has dicho.
Y luego, tan silenciosamente como apareciste, te has marchado. Yo me he quedado durante un rato con la mirada fija, invadida por el remordimiento, preguntándome en qué momento del día he perdido la orientación y a que precio. Tú no eres el origen o la causa de mi mal humor, solo eres una niña ocupada en la tarea de crecer mientras yo, derramada en un mundo de tareas de adulto, te he exigido soportar la alteración de mi carácter y mi falta de ternura. A pesar de todo, me has regalado un beso. Y ahora, al verte dormir, deseo que el día vuelva a empezar para ofrecerte una sonrisa en la mañana, una palabra de aliento por la tarde, un cuento antes de dormir y, sobre todo, para permitirme el lujo de disfrutar siendo tu mamá".