Con estas palabras quedó sellado por siglos el dolor que siente una madre al ver morir a su hijo. Con el mismo espanto sentimos el dolor en la madre patria cuando es traicionada.
Muchos son los hombres y mujeres dominicanos que se sienten atraídos por versículos bíblicos, y paralelos el decir de nuestros antepasados, seres que sirvieron de misioneros del mal y del bien y hasta llegaron a profetizar el accionar político de estos tiempos.
“No abran caminos a esa gente”, “En esta casa solo hay un Jefe”, “Si eso fue lo que ellos entendieron”, “A paso de vencedores”, “Serán ahogados en su propia sangre”, “Dios manda en el cielo, Trujillo en República Dominicana”.
Bueno, y ¿será cierto que el alma duele? No he escuchado a los poetas con su aporte en este aspecto, pero no dejo de creer que es cierto que cuando la patria es traicionada acuña esta frase como un volcán maligno en plena erupción sobre tu piel.
La factura está ahí, solo falta ser presentada a los dueños absolutos, aquellos bandidos que han podado y vandalizado la patria de Duarte y hoy disfrutan y se burlan con las mieles del poder en sus manos.
Otros mantuvieron su accionar en otras dimensiones y por ello se eternizaron envolviendo su obra y gracia en un formato universal. “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, la Republica será víctima de sus maquinaciones”, “Vivir sin patria es lo mismo que vivir sin honor”, “Dios patria y libertad”.
Canonizados en su propio espacio, como fantasmas del tiempo se sostienen en el accionar de su decir entre tempestades siderales, aquellos que fabricaron su propio universo. Quisieron dejarnos un camino especial hecho a nuestra medida, mas no lo lograron ni en vida ni en la muerte. Cuando leímos sus versos, profecía, andar o su evolucionar, nos sentimos tan atraídos y orgullosos que todavía creemos que es posible.