Todavía no ha salido la vacuna definitiva para el Covid-19 y ya son múltiples las teorías conspirativas que se tejen a su alrededor. Y qué no decir del auge de negacionistas que se extienden desde Europa, Estados Unidos hasta Suramérica.
Aquí cabe traer a mención hechos importantes de la historia, como lo fue la publicación de la teoría ´´Heliocentrismo´´ por Nicolás Copérnico, año después de su muerte, en 1543. ¿Coincidencia? No. El astrónomo polaco era consciente de los problemas que enfrentaría una vez saliera a la luz su planteamiento.
Es normal y una característica propia del ser humano, tener miedo a lo desconocido. Y mientras unos están sumidos en negar la existencia del virus y el éxito de una posible vacuna, otros ven este posible ´´descubrimiento´´ como una esperanza para ellos, sus familias y amigos. Miles de se han ofrecido voluntariamente para probar la vacuna, mientras que otros miles deniegan de la misma.
Hay quienes temen a las secuelas que pudiera dejar dicha vacuna y es más que entendible, de hecho, en días pasados la Universidad de Oxford se vio obligada a suspender los ensayos clínicos que estaba llevando a cabo con la única vacuna que ha dejado ´´ mejores sensaciones´´, pero la aparición de una enfermedad potencialmente inexplicable, en los voluntarios, no dejó más que detener los procedimientos. Hecho este que da fuerza a las teorías que en contra de esta se entrelazan.
Lo que sí es cierto es que entre un mundo de negacionistas, optimistas, voluntarios y científicos, es que tendremos que aprender a convivir con este virus un largo tiempo. Ya se acerca el invierno y todos estaremos vulnerables y mucho más expuestos ante él.