Este es un país donde todo el mundo es experto en política y pelota, pero no conocíamos otra faceta del dominicano, que es su amplio dominio y conocimiento del tema meteorológico, a tal punto, que distingue sin mucho esfuerzo lo que es un huracán de una tormenta, así como lo que representa una depresión tropical y una simple vaguada o sistema de baja presión.
En los últimos tiempo las argumentaciones políticas han estado girando en relación a la magnitud de los vientos, si están o no soplando y en que dirección lo están haciendo, lo cual hasta cierto punto le ha dado sentido folclórica a este proceso electoral.
Con la sabiduría que caracteriza al dominicano y su capacidad para crear situaciones a partir de una determinada circunstancia, en su lenguaje popular a establecido, que mientras alrededor del Presidente Danilo Medina, soplan vientos huracanados, con una intensidad tal, que han sobrepasado las escalas establecidas, convirtiéndose en Ciclón de categoría 6 a 10. Mientras que en los otros entornos los vientos apenas alcanzan una vaguada de leve intensidad.
Dejando a un lado el folklor propio del dominicano y pasando a las creencias que existían en la antigüedad en relación al soplar de los vientos, me detengo en la tragedia de Eurípides en el 409 a.c., donde para lograr que los vientos soplaran e impulsaran las naves aqueas para zarpar hacia Troya, hubo que sacrificar a Ifigenia hija del Rey de Micenas, a la Diosa Artemisa.
Nunca he estado a favor de los sacrificios, siempre y cuando, estos sean innecesarios, y sobre todo si tenemos las herramientas que nos permita alcanzar que las naves puedan zarpar y mantener una velocidad impresionante, para lograr los objetivos de una manera cómoda, holgada y sin ninguna pérdida material y humana.
Los vientos están y seguirán soplando en una misma dirección, vientos huracanados que marchan en todas las direcciones, envolviendo todo el escenario visible, rompiendo todos los vaticinios y dejando atónitos hasta los más versados en conocimientos de estos fenómenos.
Quienes estén pensando en la tragedia griega de Eurípides, es mejor que se olviden de Artemisa y permitan que la hermosa Ifigenia continúe con vida y que las naves aqueas puedan zarpar a la conquista de Troya con su mejor capitán y líder indiscutible.