El desenlace de las principales historias del año pasado, económica la inflación, y política la guerra de Ucrania, junto al curso de la pandemia, definirán el 2023. La política de restricción monetaria de la Junta de la Reserva Federal, aumentando las tasas de interés, encareciendo el costo del dinero, puede o no dar resultado.
Esa política tuvo resultados mixtos en los años 80, resolvió la inflación estadounidense y europea, pero la exportó a Latinoamérica y el resto del tercer mundo. La economía de los 80 fue diferente a la actual, todavía nadie sabe si la recesión que asoma la cabeza degenere en depresión.
Nadie sabe con exactitud cómo ni cuándo terminará la guerra de Ucrania, ni cómo se comportará el SarsCov2, causante del Covid19, en el 2023. Si a la incertidumbre económica, política y del Covid-19, le añadimos la cuestión climatológica, iniciamos un año de grandes incertidumbres.
En los 80, cuándo Estados Unidos y Europa exportaron su inflación aumentando las tasas de interés, vivíamos una economía del “sálvese quien peda”, hoy estamos muy interconectados. Un solo ejemplo lo demuestra, los problemas de China, la factoría mundial, con el Covid-19, afectan al mundo.
Lo que ayer resultó, hoy podría ser un estrepitoso fracaso, las realidades anteriores eran muy diferentes a las actuales.
Todo el mundo sabe cuándo, dónde y cómo empiezan las guerras, pero nadie sabe cómo ni cuándo terminarán, la de Ucrania no es una excepción, sigue incierta.
Las ramificaciones del enfrentamiento bélico, la guerra económica, energética y cibernética que la acompañan, podrían complicar muchísimo las cosas.
Si a estos detalles le sumamos las nuevas restricciones conectadas al cambio climático, nuestras vidas cambiarán drásticamente este año.
En el 2023 tendremos todas las pelotitas en el aire, como los buenos malabaristas, la incertidumbre será nuestra nueva “normalidad”.