Dándole continuidad a los apuntes sobre fechas y acontecimientos ocurridos en Río San Juan, desde su fundación hasta bien entrado el sigo XX, dejamos por aquí otros hechos, con el único fin de no se pierdan en el olvido.
15.- Por su ubicación intermedia en el camino de la costa norte, Río San Juan simpre necesitó de hoteles para acomodar comisionistas, vendedores, empleados públicos llegado de otros pueblos y uno que otro turista nacionales.
En orden cronológico estos fueron los primeros hoteles del pueblo, ubicación y dueños:
Hotel San José, frente a la Laguna Gri-Grí. Propietaria: Adela Balbuena Sánchez.
Hotel Baudilia, frente al rompeolas. Propietaria: Baudilia Martínez.
Hotel Puerto Plata, calle Sánchez frente a la casa de los Perozo, donde luego vivió el Dr. Rafael Bencosme. Propietarios: José Tomás Pérez y su esposa Ramona Lantigua, padres de Rafael Pérez (Fello Bobo) y Tomás Pérez (Mella).
Hotel Patria, calle Sánchez esquina Padre Billini. Propietarios: Ramón Polanco y su esposa doña Célica.
Hotel Titina, ubicado enl tramo final de la calle Duarte, donde hoy está una tienda de repuesto de motores, al lado de la casa de Germán Arvelo. Propietaria: Titina, madre de un contemporáneo nuestro, Carlos, que apodamos “Negrito”.
Hotel San Martín, en la calle Duarte, justo donde hoy está el Banco de Reservas. Propietaria: Ramona de Suero, hija de Miguel Balbuena y madre de Ramón Antonio y Mónica Suero.
Hotel Santa Clara, en la calle Padre Billini esquina Capotillo. Propietaria: Martina Cruceta, madre de René, fallecido en un accidente vial.
Ya en épocas posteriores se inauguraron el Hotel Río San Juan, de la familia Alvarado y el Hotel Bahía Blanca, de una ciudadana canadiense.
16.- El primer agrimensor práctico, no graduado, fue el señor Simeón Castaño (Tellito), padre de Colasa, esposa de Prudencio López, vivió en Arroyo Grande, y al vender su pequeña finca, se mudó al pueblo al lado de la casa de su hija, donde luego vivió su nieto Nelson López (Sonte). Era conocido pur honradez y responsabilidad. No usaba cinta métrica, sino que medía con la llamada “ vara conuquera”. La mayoría de las fincas de Río San Juan, fueron medidas por Tellito.
17.- El primer Maestro que tuvo Río San Juan, cuando era una sección de Cabrera, fue Daniel Sánchez Taveras, que era el único maestro en la pequeña escuela rudimentaria rural que tenía el poblado. Al hacer a Río San Juan Distrito Municipal en 1944, el señor Daniel Sánchez Taveras fue su primer Síndico.
18.- El primer farmacéutico graduado en instalar su farmacia en Río San Juan, fue el doctor Juan Bisonó, en 1952. Llegó acompañado de su esposa Gloria Bidó, maestra de profesión y de sus primera dos hijas: Janet y Xiomara. Se instaló en la calle Sánchez esquina Padre Billini, frente a la casa de Millo Fernández.
Le siguió el doctor René Reyes Martínez, llegó en 1959, donde casó, hizo familia y vivió hasta su muerte en años recientes.
Vale la pena destacar, que la primera farmacéutica graduada nativa de Río San Juan, es la prima Teresita Alonzo Faña.
El primer negocio de farmacia (Lista B), lo inició Mercedes Catalina Castellano (Doña Chea), madre del doctor José Marmolejo Castellano.
19.- Al elevar a Río San Juan a Distrito Municipal en 1944, la mayoría de empleados públicos procedían de Cabrera y otros trasladados de pueblos tan lejanos como La Descubierta, pero se eligieron algunos del poblado para ocupar posiciones.
El primer Juez de Paz fue el señor Juan Adames Balbuena (Juanico). Personaje singular en el desempeño de sus funciones. Cuentan que no daba tiempo al fiscal para interrogar a los acusados. El decía: “Cuéntenme cada uno lo que pasó”. Al final sentenciaba: “Tu 3 pesos y tu 2 pesos de multa”; y si no tenían, “lo trae mañana”.
20.- El primer establecimiento para venta al por mayor y detalle que se estableció en Río San Juan era de tres socios: Generoso Alvarado, Herminio Capestani y Juan Moliné.
Generoso Alvarado y Juan Moliné vendieron su parte a Herminio Capestani, y este lo cedió a su yerno Ángel Guzmán Carretero, esposo de su hija Thelma (Mima). Angel amplió aquel negocio con la venta de tejidos, comestibles y compra de frutas que luego fue llamada “Casa Guzmán”.
Le siguieron en importancia la tienda de Sinencio Alonzo y su hijo Checo, ubicada en la esquina Duarte y Mella, donde hoy está el Ayuntamiento Municipal.
También importante fue “La Vencedora” de Pedro Melo.
Es de grata recordación la tienda de tejidos y zapato de Juan Suero, a quien apodábamos “El Judío”, por los años que vivió y trabajó en Sosúa; persona de temperamento impulsivo y temperamental, pero con un espíritu noble y servicial con los más necesitados. No había una madre que saliera sin el uniforme sin el uniforme y los zapatos de su hijo, aunque no tuviera el dinero completo.
En vida me contó que en ocasiones el cuaderno de los “fiao” superaba la existencia de la tienda. Su tienda estaba en un caseron de madera propiedad de Claudia Alvarado, en la calle Sánchez al lado de Emiliano González, luego fue trasladada a la cale Duarte al frente del Ayuntamiento.
21.– La primera tienda de efectos del hogar (Radio y maquinas de coser) que instaló en el pueblo, fue la Curaçao Trading Co. Se instaló en una parte de la “Casa Guzmán”, en 1958, donde los clientes adquirían los productos a cómodos plazos.
La primera encargada de esta tienda fue Álida Peña Alvarado, niña criada por su abuela Albertina Alvarado (Tingo), hermana de Generoso Alvarado.
22.– Comida rápida y comedores existían dos en esa época, uno al lado de otro, frente a la Casa Guzmán, y la mayoría de clientes eran los campesinos que venían al pueblo a vender sus frutos y a comprar provisiones. Eran los comedores de Margosita Polanco y Nina Ceballos, donde por 25 centavos se servía el plato del día. Convivían una la lado de la otra y nunca se le vio discutir por clientes, pues cada quien tenía sus comensales.
23.- Los Sastres. A diferencia de hoy, en aquellos tiempos, toda la ropa era hecha a la medida, por eso aun siendo un pueblo pequeño, tenía muchos sastres.
El primer sastre instalado en Río San Juan fue Julián (El sordo), esposo de Doña Julia, madre de Minerva Cedeño. Vivió y tuvo su sastrería al inicio de la calle Sánchez, frente a Juanico Adames y al lado de Papasito Martínez.
Siempre vestía de saco y corbata, gran jugador de billar, y era el único en el pueblo que confeccionaba trajes a la medida.
Otros sastres de esos años que vienen a mi memoria fueron: Ramón Silverio (Ramón el sastre), Florentino Castillo (Flor el sastre), Faustino Checo hijo, Carlos Alonzo Acosta, José Efres, José Andrés Reyes.
No existían lavanderías para lavar los trajes de hombres. Solo una persona en el poblado limpiaba estos trajes y era Tomasa Frómeta, esposa de Felipón Bonilla. Mi padre estaba entre sus clientes, y ese servicio costaba 50 centavos.
24.- Dos cosas emblemáticas de Río San Juan que debieron cuidarse y conservase y no se hizo fueron: El framboyán que estaba frente a la casa de Mino Alonzo, que fue vencido por el tiempo, y un día de mucho viento cayó roto por el tronco.
Un día pregunté a Mino Alonzo por la edad del framboyán y me respondió: “ese palo es más viejo que yo”.
Aurora Alonzo, hija de Mino, plantó de nuevo en el mismo lugar, pero al tener una altura considerable y floreciendo, fue cortado para construir un alegórico al pueblo, que muy bien pudo cohabitar con el árbol.
Otro árbol que debió conservarse fue el majestuoso Gri-Grí, que estaba frente a la tienda de Ángel Guzman, y daba som bra a los comedores de Nina y Magorsita.
25.- La Manicera y el desarrollo de la agricultura. La agricultura en Río San Juan desde su fundación estaba sustentada en el café, cacao, maíz y arroz, que eran comprados a los campesinos por los comerciantes para ser enviados por barco a Puerto Plata, con excepción del arroz, que era procesado en la factoría de Panchito Papaterra.
A mediado de la década de 1950, se instaló la Sociedad Industrial Dominicana, que el pueblo llamaba “La Manicera”.
“La Manicera” inició su programa de incentivo para la siembra de maní; y todas aquellas tierras productoras de víveres fueron aradas y sembradas de maní, que al momento de venderlo, el productor recibía 8 pesos por quintal.
Esto trajo como consecuencia que, el Río San Juan productor de víveres, pasaría a ser compradora a los que se producía en Moca.
El administrador de La Manicera era el señor Emiliano González, y los almacenes y oficina estaban en Arroyo Grande.
El campesino cogió 3 a 4 cosechas, las tierras sin abonar se volvieron improductivas, y la vendieron a los ganaderos para sembrarla de pastos.