George W. Bush era el presidente más irrelevante que habíamos tenido, hasta el 11 de septiembre del 2001, cuando declaró la “Guerra Contra el Terrorismo”. Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí, es bastante impopular.
La inteligencia estadounidense no anticipó los ataques del 9-11, la israelí tampoco anticipó los recientes ataques de Hamas.
Netanyahu declaró “estamos en guerra”, como lo hizo Bush.
La carnicería que desató Bush en su “Guerra Contra el Terrorismo” mató uno 4.5 millones, costo $8 trillones. Nadie puede anticipar cuántos morirán en esta guerra.
Bush pasó de presidente irrelevante a comandante en guerra, consiguió todo lo que quiso del Congreso. Ahora, con poderes especiales de gobernante en guerra, Netanyahu hará aprobar todas las reformas que le habían bloqueado.
Esta historia, la de la guerra de Yom Kippur de 1973 y la del 9/11 son similares, sólo los nombres fueron cambiados.
Las invasiones de Irak y Afganistán estaban planeadas antes de que Bush tomara el poder, y los ataques del 9/11 las justificaron.
Abundan teorías con mucha lógica sobre lo que ocurrió el 11 de septiembre. Que los aviones pudieron haber sido hackeados y dirigidos a control remoto, para estrellarlos contra los edificios en lo que muchos creen que fue una demolición controlada.
En agosto y septiembre hubo protestas masivas en Israel, porque Netanyahu quiere limitar los poderes de la Suprema Corte de Justicia y aumentar los suyos, es antidemocrático. Las protestas llegaron al extremo de que las reservas militares y los pilotos amenazaron con no reportarse para el servicio, y hasta demandaban la renuncia de Netanyahu.
Lo más complejo tiene explicaciones simples, policiales, quién gana con un asesinato, es el principal sospechoso. La guerra de Yom Kippur benefició a Israel en 1973, Bush ganó con el 9/11, esta guerra beneficiará a Netanyahu, ¿quién es sospechoso?