En mis últimos viajes a Río San Juan, me he percatado de una situación preocupante que se suma a la lista de problemas que aquejan mi pueblo. Quizás ante la mirada indiferente de muchos, se ha desarrollado un crecimiento desmedido de la barriada de Nueva York Chiquito que ya colinda con el sector El Edén en la parte alta de la ciudad.
Más allá del proceso legal que implica la ocupación de estos terrenos, que son propiedad de una renombrada familia del municipio, se constituye en un atentado preocupante a una zona ecológica de importancia y sobre todo “vulnerable”, pues está siendo erigido encima de un inmenso manglar, que además de no estar apto para vivienda, representa su destrucción.
La ocupación de estos terrenos a manos de ciudadanos de bajos recursos ha sido ignorada por las autoridades, y las consecuencias serán devastadoras para nuestro municipio. Sin ánimos de ser pesimista, ni de exagerar.
Ante todo, el municipio de Río San Juan se encuentra ubicado en una zona húmeda, caracterizada por la existencia de espacios cubiertos de agua de manera total o parcial. Los lacustres y ciénagas que en el pasado cubrieron la hoy parte urbana del municipio, se han reducido a mínimas porciones de terreno conservados, para dar paso a la urbanización y el crecimiento de la ciudad y sus sectores populosos. Los barrios más pobres se levantaron sobre estos ecosistemas, destruyendo todas las especies de flora como el mangle rojo, la enea y otras plantas acuáticas.
No hay que ser biólogo ni ecologista para entender que estos ecosistemas almacenan, filtran y liberan agua, además son el hábitat de animales como las garzas, ranas, gallaretas, cangrejos y carraos. En fin, estamos alterando el equilibrio ecológico de una zona que ya ha sufrido grandes embates del ser humano y donde se ha levantado una ciudad sobre las aguas, sin medir que son suelos no aptos para la construcción y que simplemente han sido rellenados para soportar la población.
Ahora bien, ¿Dónde queda la regulación del Estado? ¿Por qué el Ayuntamiento permite que el municipio crezca tan desproporcionado? ¿Se trata de desarrollar el pueblo? O simplemente queremos tener más casitas de cartón ó más deforestación?
Es cuesta arriba que un municipio con posibilidades de un desarrollo turístico real, siga destruyendo sus recursos sin que las autoridades de medio ambiente digan nada. Para ser un polo turístico no basta con tener playas, hay que crecer de manera organizada, conservar áreas verdes y asegurar la sostenibilidad del ecosistema. Nadie va a invertir en un arrabal, deforestado y contaminado. La ley de Medio Ambiente condena la destrucción de espacios naturales como los que ya mencioné.
¡Caramba! Vamos a dejar que esta situación se salga de control y ya sea demasiado tarde. !Qué poco estamos pensando en el futuro! Me duele pensar que nuestras autoridades permitan esta aberración para asegurar votos, creando barrios insostenibles. Si me equivoco, entonces supongo que la Sala Capitular ha pensado en cómo van a asegurar los servicios básicos a esos ciudadanos, se tienen previstas las obras que necesitan estas nuevas barriadas y se ha pensado en su organización.
Es una pena que conociendo la precariedad en que viven muchas personas de mi pueblo, se permita la instalación de nuevos focos de pobreza, limitando la calidad de vida de nuestra gente, dejándolos vivir en lugares no habitables y comprometiendo su dignidad; estamos construyendo una sociedad de miseria y asinamiento.
Señores, en estas zonas no es posible la instalación de un sistema sanitario eficiente, las casas se hunden y la gente se enferma. Imaginen una temporada ciclónica activa con estas personas viviendo a pocos metros de un río y en un suelo saturado de agua; estamos creando un problema a corto plazo que arriesga la vida de decenas de familias pobres. Al parecer no aprendimos de los errores en el trazado del pueblo que ya se han cometido; no estamos pensando en que tenemos cada vez un clima más irregular y que vivir en una ciénaga no es seguro.
Un Estado como el dominicano, no respeta sus propias leyes, establece derechos a nuestros ciudadanos que nunca ó casi nunca son respetados.
El artículo 66 de la Constitución Dominicana establece la conservación del equilibrio ecológico, de la fauna y la flora, como un derecho colectivo y difuso. Debajo, en el articulo 67, cito: “Toda persona tiene derecho, tanto de modo individual como colectivo, al uso y goce sostenible de los recursos naturales; a habitar en un ambiente sano, ecológicamente equilibrado y adecuado para el desarrollo y preservación de las distintas formas de vida, del paisaje y de la naturaleza”. Muestra ésta, de que mi opinión no es sólo una inquietud personal, más bien es una problemática observada por el legislador, quien ha decidido establecer medidas y derechos, que garanticen la conservación del Medio Ambiente.
Esto sólo pasa en un Estado débil, de instituciones corrompidas y autoridades vendidas, como lo es la República Dominicana. En estos tiempos nada es más importante que una gestión ambiental eficiente cuando todos los países deben retarse a crecer de una manera sostenible, amigable con el planeta, pensando en el futuro de nuestra especie.
Que las acciones y de decisiones de hoy queden documentadas, para que en el mañana no haya excusas. ¡Estamos a tiempo!